Mi odiosa hermanastra II (16)
Fecha: 14/10/2024,
Categorías:
Incesto
Autor: Gabriel B, Fuente: TodoRelatos
Capítulo 16
El beso duró apenas unos instantes, pero fue suficiente como para que le metiera la lengua en su boca. Alcancé a sentir la húmeda suavidad de su lengua antes de que Amalia se apartara con violencia. Aunque, de todas formas, no tenía espacio para retroceder. Mis manos continuaban en sus caderas. Amalia me miró con perplejidad, luego miró la puerta, que estaba cerrada. Finalmente sacudió la cabeza, como negándome a que continuara con mis planes, pero comprendí que el hecho de que no pronunciara palabra era porque su determinación era increíblemente endeble.
Recordé que Abril me había dicho que solo necesitaba un empujón. Que con confirmarle de las traiciones de papá bastaría para que se entregara a mí, por puro despecho. Pero por esta vez simplemente seguiría mis instintos. Atraje a Amalia nuevamente hacia mí, e intenté comerle la boca. Ella no esquivó mis labios, cosa que debo reconocer que me sorprendió. Esperaba mayor resistencia. No obstante, nuestras lenguas se entrelazaron sin mucho preámbulo.
Una vez que me convencí de que de verdad estaba pasando lo que estaba pasando, mis manos, inevitablemente, se deslizaron hacia abajo. Primero tanteé suavemente sus nalgas. Sentí sus dimensiones. Era redonda y extensa. Dibujé su forma con mis manos, una y otra vez. Luego apreté, hundiendo mis dedos en su carne. Se sentía muy tersa, tal como esperaba. Estaba casi tan firme como el trasero de Samara, lo que era mucho decir, ya que la doblaba en edad. Siempre supe ...
... que Amalia era la MILF perfecta, y ahora lo estaba confirmando.
Retrocedí, moviéndola junto a mí, sin dejar de besarla. Mi espalda se apoyó en la puerta. Ahora no corríamos riesgo de que alguien entrara inesperadamente. Aunque igual dudaba de que sucediera eso, pues las chicas limpiaban la casa, cada una en el sector que le correspondía, con la obediencia de un soldado. No obstante, dado el contexto, había que tomar las precauciones necesarias.
Mis manos estaban enloquecidas en el interminable orto de mi madrastra. Quizás estaba siendo demasiado obsceno, demasiado vulgar, al hurgar en su culo de esa manera. Pero a ella no parecía incomodarle, así que, mientras le daba otro beso, no solo no dejé de manosearla, sino que empecé a estrujar sus glúteos con violencia. Amalia, tan ansiosa como yo, palpó mi verga ya erecta y la acarició con fruición. Recorrió con ternura mi erecto miembro a través del pantalón.
Me lo desabroché. El glande se asomó sin que me molestara en bajar el cierre siquiera. Apenas los primeros dientes se separaron por inercia. Ahí estaba esa cabeza colorada e hinchada, que acaba de recibir placer de Samara pero ya estaba lista para un segundo raund con su madre.
Me pregunté qué haríamos, por dónde empezar. Si me hacía una mamada quizás notaría que hacía algunos minutos había eyaculado. Pero igual la calentura que tenía encima hacía que eso no me importara en absoluto. Los escrúpulos aparecían solo el tiempo suficiente como para tomar determinadas ...