Cómeme el coñito, Papi - Relatos Eróticos

Cómeme el coñito, Papi

... padre a punto y quería calentarle para que no se negase a follarla.

- Ummmmm. Joder que bueno. Siiiii….. ¿Seguro que no te molesta que me toque?....Ummmm.

¡Chop! ¡Chop! ¡Chop! Se oía el chapoteo de los dedos en el coño.

- Ufff. No, cariño.

- Pero sigue acariciándome las tetas, por favor. Ummm. Así acabo más rápido.

Oí como mi hermanita movía la ropa. Seguro que había quitado la sábana para que mi padre viera como se masturbaba.

- Asiiiii, así estoy mejor, con las sábanas no podía. Ummm. Me estoy metiendo los deditos. Ufff. Que rico…….Siiii. Ummmm. Mira como los meto.

Mi padre no decía nada pero debía tener un calentón de mil pares de cojones. De repente se rompió el silencio y oí como decía excitado.

- Así, cariño. Abre bien las piernas.

- Siiiii. Papi, si. Ummm. ¿Así está bien?

- Si, mi vida. Así puedes tocarte mejor.

- Ummm. Siii. Mírame, las tengo bien abiertas.

- Uyyyyy. Si, mi niña, ya lo veo.

- Ummm. ¿Quieres que las abra un poquito más para que me veas mejor?

- Lo que tú quieras, cariño. – respondió mi padre titubeando –

- Míralas, papi. Mira que abiertas las tengo. ¿Ves ahora mejor mi coñito?

- Si, Dianita, si. Uffff. Joder, que mojadito lo tienes.

- Si, papi, es que mordiéndome los pechitos me has puesto muy caliente.

- Lo siento, mi vida, yo…

- Noooo. Si a mí me ha gustado que me los muerdas.

A través del teléfono se oía cada vez más fuerte el chapoteo de los dedos en el coño de mi hermana. ¡Chop! ¡Chop! ...

... ¡Chop!

Solo con oírlos ya me estaba creciendo de nuevo la verga.

- Ummm. Tengo el coñito depilado. Papi. – dijo gimiendo - ¿Te gusta así o lo prefieres con pelitos?

- Depilado, cariño. El coñito depilado me pone más…..

- Ummm. Siii. Papi. ¿Cómo te pone? Dime como te pone.

- Ufff. Me pone muy bruto y me dan ganas de comerlo.

- Ummm. ¿Se lo comes a mamá? – dijo mi hermana con voz aniñada -

- Si, cariño. Me gusta mucho comérselo.

- ¿Siiiii? Ummmm. Que envidia me da.

- ¿Envidia por qué? Cariño.

- Porque yo también quiero.

- ¿No te lo han comido nunca? Dianita. – preguntó el inocente de mi padre –

- No. Es que me da mucho miedo.

- Miedo. ¿Por qué?

- Ufff. No sé. ¿Quieres comérmelo tú un poquito para que pierda el miedo?

Qué hija de puta, le estaba calentando de tal manera, que aunque mi padre fuera un santo, acabaría cayendo en sus garras.

- Joder, Diana. Es que…..

- Ummm. Míralo, papi, lo tengo muy peladito, como a ti te gusta.

- Ufff. Si. Ya lo veo, mi vida. – dijo mi padre con voz temblorosa –

- Mi chico quería comerlo y no le dejé. Ummm. Cómemelo tú un poquito.

- Pero, hija….

- Solo un poco, porfa.

Que hija de puta era mi hermana, y luego hablaba de mi madre.

- Mira, mira mis deditos. Ummmm. Solo falta que lo chupes un poquito y verás que pronto me corro.

- Pero…

Mi padre se resistía al incesto, pero mi hermana era una puta máquina y sabía cómo llevárselo al huerto.

- Ummmm. Estoy muy caliente, papi. ...