Corrompiendo a mamá Libro II -- Cap. 18 - Relatos Eróticos

Corrompiendo a mamá Libro II -- Cap. 18

... verdad podré con el paquete que implica esto… pues por un lado ya se me hace muy fuerte meterle mi miembro a mi propia hermana, y para empeorar las cosas, no sé qué tanta distracción podría traerme psicológicamente el hecho de tener una cámara frente a mí.

Encima… con mi propia madre viendo y supervisando cómo me cojo a mi hermana.

—Para Gatita Mimosa no hay imposibles —añade la colegiala—, así que tengo que decirles que el chico que me cogerá por primera vez ante cámaras es nada menos que mi hermano.

Mi sangre hierve dentro de mis venas y la cabeza se me llena de cosquillas cuando escucho a Lucy decir esa referencia sobre mí.

—Sí, mis amores: no es un actor ni un conocido mío que intentará jugar conmigo este juego de roles. No. El chico que aparecerá en el video es mi hermano de sangre, con el que he convivido en la misma casa toda mi vida.

Trago saliva y sin preverlo noto que mi falo empieza a cobrar tamaño y dureza. Porque permítaseme decirlo, en este momento me encuentro completamente desnudo, algo que no abona a que pueda sentirme tranquilo.

—Gracias, mamá —dice Lucy—, has corte, de momento es suficiente para la entrada. Ya luego yo edito.

Lucy se pone de pie y se aproxima a Sugey y juntas reproducen lo que se ha grabado para verificar que lo haya hecho bien. Mientras tanto yo me dirijo a la cama y me tumbo, bastante nervioso por lo que está a punto de suceder. No es lo mismo pensarlo, fantasearlo que hacerlo realidad. Tener sexo con mi hermana ...

... creo que me resultará más difícil de lo que pensaba, y no porque ella no se me antoje, caray, si es la chica más bella que conozco, sino porque simplemente nuestro parentesco y la vida que hemos llevado justos me lo imposibilita.

—Perfecto, mamá —dice Lucy cuando terminan de revisar la entrada de lo que será el video casero—, lo has hecho muy bien.

—Tampoco hice tanto, hija. Sólo me puse a grabar y luego detuve la grabación.

Mientras mis dos mujeres conversan, me siento con la necesidad de entrar a la conversación, externando una preocupación:

—Lucy, eso de que te grabes con tu rostro sin ninguna clase de protección es algo angustiante.

—Tranquilo, hermanito, que en la edición del mismo pixelearé nuestros rostros, el tuyo y el mío, por medio de una aplicación que ya tengo instalada en mi cel.

—De todos modos —comento nervioso—, tu voz… alguien la podría reconocer.

Lucy se echa a reír con ganas:

—Ay, Tito, deja de preocuparte por tonterías. Ojalá tuviera la cantidad de suscriptores de Karely Ruiz para preocuparme porque algún vecino o hasta mi propio padre tuvieran la suerte de verme o de reconocer mi voz, así que tranquilo, respira hondo, que te noto muy tenso y nervioso y así no se te parará —me dice, señalando con la mirada mi escueto miembro.

—¡Carajo, Lucy, me encabrona que todo te lo tomes de broma!

—Eres tú el que no me está tomando en serio, hermanito. ¿O es que ya te arrepentiste de participar en mi emprendimiento? Que, dicho sea de paso, ...