El Psicoanalista (1)
Fecha: 10/12/2024,
Categorías:
Dominación / BDSM,
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... guardó en un bolso todas las bombachas y corpiños que tenía en su cajón. La ropa interior que se quitó la puso en el canasto de lavar. Tras ello tomó la tanga. A su vista era solo un hilo de color negro que se asemejaba a un cordón de zapatos y que tenía un triangulito mínimo de una tela negra transparente. Al ponerse la tanga notó que no era lo mismo que ponerse una bombacha pues mientras se la subía, se enroscaba en sus piernas. Cuando terminó de acomodársela se sintió como si no tuviera nada y pensó una vez más que estaba cometiendo una locura. También tomó un corpiño al azar. Era negro y su tela era como de gaza. A sus 28 años era la primera vez que se ponía una tanga.
Tal como lo remarcó Alan, Sofía tiene un físico muy bien conformado. Al verse ella en el espejo no advirtió la existencia de ningún rollito o celulitis, pero tampoco vio a una chica flaca. Tenía las proporciones justas para volver loco a cualquier tipo que la viera. Sus pechos eran bien firmes y medían 92 cm, mientras que su cadera era también de esa misma medida. Ella es bailarina clásica, recibida en una buena academia y además iba al gimnasio casi todos los días, por lo que su físico no sólo estaba bien trabajado sino que también sus poses y movimientos eran muy estilizados.
Lo primero que vio en el espejo fue una puta. Y no solo ello, así se percibía al sentir que esos hilos negros apenas tapaban una parte de su vagina, la cual casi que seguía viendo por completo en su espejo a la ...
... vez que sentía que su culo estaba al aire. Y el corpiño no se quedaba atrás, era como si no lo tuviera puesto. En ese momento pensaba que la finalidad del mismo era sostener el busto, y que eso que tenía puesto no sostenía nada. Cada movimiento que hacía era seguido por sus lolas, que para su suerte estaban bien firmes.
Tras ello, se vistió nuevamente. Para terminar el día sólo le faltaba cenar, por lo que decidió ir a la rotisería a comprar una porción de tarta.
En su camino, notó al caminar como si la tanga se le clavara. No estaba acostumbrada a sentir algo tan metido dentro de su culo. En cada paso que daba no podía dejar de sentir la tira que tenía por detrás. En cuanto al corpiño no se animó a salir con la remera que tenía puesta, ya que temía que sus pezones se notaran, así que se puso un chalequito sin mangas que se usa sin abrochar, y que era lo justo que necesitaba para que nadie pudiera ver sus pechos casi sueltos. No es que fueran muy grandes, ni que le colgaran, ya que los tenía bien firmes, pero ella sentía que los demás podían ver más de lo que ella quería.
Cuando llegó la hora de irse a dormir se desvistió, se quitó la ropa interior y se puso el piyama que siempre usaba, el cual lo usaba sin nada por debajo.
A la mañana siguiente se levantó para ir a trabajar. Tomó la ropa interior que se había quitado la noche anterior para llevarla a lavar y cuando vio la tanga notó que había una manchita blanquecina en una parte de la poca tela que ...