Verónica, la enfermera enérgica y sumisa
Fecha: 12/01/2025,
Categorías:
Dominación / BDSM,
Autor: ghesuita, Fuente: CuentoRelatos
... más pesadas y grandes en el hospicio: Verónica era, fundamentalmente, un derroche de energía. Nos pusimos de costado, frente a frente y ella sonrió picara, apretando los labios. carnosos. Sus patas de gallo y pequeños surcos en la frente, visibles por los foquitos led en el respaldo, desmintieron el ímpetu juvenil de mi compañera.
En circunstancias comunes, Verónica me hubiera pasado desapercibida y claramente, ella se encontraba de alguna manera obnubilada por su conquista. Yo era un gringo alto y con modos de clase acomodada, lo cual me resultaba culposamente patético pero imposible de ocultar. Verónica susurro algo e instintivamente puse mi mano sobre su boca, apagando el habla. Ella no se amilanó e insistió, a lo cual respondí incrementando la presión. La enfermera miró abajo y comenzó a masajear el pene visiblemente erecto.
Intento de nuevo emitir palabra y no pudo; sonrió nuevamente picara y continuó con la maniobra hasta que por fin, contrariada, corrió la cara y preguntó -¿queres taparme la boca? Asentí, incómodo en la intemperie . Verónica se estiró hasta su cartera y tomó una pañoleta brillosa con la cual cubrió su boca y luego anudó al cuello. Ella me ofreció la espalda y entonces, la penetré por detrás. La enfermera acomodo mi pene en su vagina y arremetí con el mayor esfuerzo.
Su reflejo en la pared espejada me excitaba. Amordazada, sus expresiones de goce y dolor se extendían hasta las pupilas dilatadas; los gemidos y suspiros entrecortados volvían ...
... todo más placentero hasta desvincularme de aquel ensamble de cuerpos en un furioso apretón de manos. Nuevamente estábamos enfrentados, Verónica gimió brevemente, sugirió con los ojos negros que le retirara la mordaza, lo cual hice amablemente. En un movimiento ágil y rápido, la mujer se colocó delante mío en cucharita. Puse mi pene apagado entre sus nalgas; ella tomó mi mano y la posó sobre su boca y así dormimos hasta la mañana siguiente.
Nos mensajeamos durante la semana, ella derrochaba interés y yo apatía; cuando yo estaba a punto de liquidar la conversación, Verónica encendía el chat recordando la mordaza y las mil y una ideas que tenía para un próximo encuentro. Me comentó como una mujer tan enérgica y frontal encuentra placer en verse dominada.
Pase con el auto a buscarla al hospital y me costó reconocerla: con el cabello recogido y el ambo celeste cubierto por una campera de cuerina no había destellos de la persona de aquella noche en Banfield. En zapatillas era mucho más baja de lo que podía recordar. Mi amante subió al auto y nos besamos. ¿Qué contas gringo perverso?- susurro mirándome divertida; ¿como le va la enfermera juguetona? -conteste.
Verónica me ofreció muñecas y una pañoleta en mano. Ate fuerte el nudo simple y seguimos viaje entre miradas y chascarrillos. Detenidos frente al semáforo, en el torpedo vibraba un lápiz: cuando tomé el grafo, mi compañera adivinó mi intención y lo mordió delicadamente. Continuamos quince minutos entre gemidos y miradas ...