El Príncipe y la Periodista 14 - Placeres - Relatos Eróticos

El Príncipe y la Periodista 14 - Placeres

... Caleb empieza a masturbarla, a tratarla como hace con cualquiera de las esclavas de su harem.

“Voy a detener esto;” le digo a Lady Stephanie dirigiéndome a la habitación de Rose.

Justo cuando doblo el pasillo hacia la habitación de Rose, la veo salir corriendo de la habitación, me coloco delante y la detengo abrazándola con fuerza.

“Tranquila Rose, soy Nabila;” le digo limpiando las lágrimas de su cara con mis dedos.

Rose levanta la cabeza y me mira, parece tranquilizarse, hasta que algo sucede y su rostro cambia llenándose de rabia, me empuja con fuerza e intenta golpearme con la mano.

Detengo su brazo agarrando su muñeca con mi mano, sorprendiéndola, como si no esperase que fuese capaz de hacer algo así.

Sonrio y la empujo contra la pared, impidiendo que se mueva, apoderándome de su boca para darla un beso, un beso al que no responde pero al que tampoco se resiste, un beso que no apaga la rabia que siente en sus ojos.

Esa rabia es la que he visto en las imágenes no publicadas de sus reportajes: en Costa Rica, cuando para salvar a su contacto allí, se enfrentó a una esclava de casi dos metros, apostándose su propia libertad, nunca sabremos el resultado ya que el ejército costarricense y agentes del F.B.I irrumpieron en el campamento. O cuando en Tailandia al frente de un grupo de soldados rebeldes irrumpió en una prisión federal donde entrenaban y prostituían a jóvenes para ser vendidas como esclavas.

Supe en cuanto la ví que era capaz de ...

... cualquier cosa para conseguir el reportaje perfecto, pero aquí ese afán de perfección se ha encontrado con su deseo de someterse a una mujer fuerte y la está volviendo loca.

Rose es el tipo de mujer que quiero a mi lado, y no ninguna de esas modelos o aristócratas que me busca Lady Stephanie, ahora solo tengo que hacer que se entregue a mí y se olvide de Caleb y Lady Stephanie.

Rompo el beso y le agarro de la mano, tirando de ella hacia mis habitaciones, no se bien lo que va a pasar, pero quiero que lo que pase sea lejos de la vigilancia de Lady Stephanie.

En cuanto llegamos a mis habitaciones la empujo sobre la cama tumbándome a su lado, quitándole las bragas húmedas por su orgasmo anterior y el camisón, quedándola desnuda, deteniéndome a admirar su cuerpo.

Le he preguntado a Gabbie las dos noches que la he llamado a mis habitaciones como era el cuerpo de Rose, la he pedido a la voluptuosa rubia que me lo describiese, y lo ha hecho, pero más como una amante enamorada de la primera chica con la que se ha acostado que de forma objetiva.

“Puedes irte cuando quieras o detenerme si algo no te gusta;” le digo a Rose.

Rose no me responde, sigue mostrándose muy enfadada y no se por qué, y solo soy consciente de los motivos cuando paso mis dedos por su cabello pelirrojo.

“Te aseguro que no sabía nada de lo que estaba pasando;” le digo. “La otra noche en el harem solo quería hacer un regalo a Vincent y a Jake después de su aventura en el ‘Princesa’, y solo Gabbie y tu ...