El vecino Parte1 - Relatos Eróticos

El vecino Parte1

EL VECINO Parte 1

_Que piel tan suave tienes_

_ ¿Si?_

_Si, más suave que la mía_ dijo ella, sus tetones se aplastaban sobre mi espalda.

_No, eso ni de coña_ dije

_ Eres el hombre con la piel más bonita que he conocido_ dijo Alexandra

Solo sonreí, ella besó mi oreja y luego sentí sus largos y finos dedos hurgando allí, en ese nuevo juego que teníamos y al que me había dejado llevar, un poco para darle el gusto a mi esposa y también por el placer, claro.

Aunque no dejaba de sentir algo de vergüenza, especialmente al principio, siempre es una sensación rara cuando una mujer juega a meterte un dedo en el culo. Algunas son más tímidas y no se atreven, otras lo intentan a la primera.

La fantasía de sodomizar de alguna manera al macho, probar a ver cuánto se excita el hombre con el que comparten cama.

Sentí su dedo corazón penetrar suavemente mi culo, sus tetazas en mi espalda, su aliento cálido, denso, perfumado.

_Eres todito mío_ dijo, ronroneando como una gatita

Alex, mi esposa Alexandra era hija de rusos. Su infancia no había sido fácil, ella había nacido en España pero sus padres, a principios de los 90, andaban de aquí para allá buscándose la vida todo el tiempo. Bailarines de profesión habían abandonado su país tras la caída del muro, no eran primeras figuras del Bolshoi pero se ganaban la vida dando clases y haciendo performances en clubes.

Durante unos años habían vivido en Italia y Alex siendo una niña de diez años había bailado con ...

... ellos en shows de bautizos y cumpleaños. No guardaba buenos recuerdos de todo eso.

Luego se habían estabilizado en Victoria, Alex se mudó a Madrid para continuar sus estudios de danza, pero comenzó a desarrollarse y su cuerpo ya no encajaba en el de una bailarina de ballet.

De profesora de danzas pasó a instructora de pilates, monitora de gimnasio, los mil oficios adyacentes a una profesión en la que solo unos pocos pueden ganarse la vida con dignidad.

Hasta fue bailarina a go go durante un tiempo, rápidamente se dio cuenta que eso no era para ella.

Durante una clase de pilates la conocí, ella era la instructora.

Fue un flechazo yo creo. Le parecí muy guapo según me dijo y ella lo mismo a mí.

Alex era rubia de cabello muy fino y sedoso, piel muy blanca, ojos azules y rostro muy aniñado, una pequeña naricita y una pequeña y preciosa boca, los pómulos bastante marcados.

Los dos teníamos la misma altura, 1,72, ella era una mujer alta, yo un hombre de estatura normal.

Mi piel, bastante más morena, contrastaba con la suya, traslucida casi, con pequeñas venas azules que la surcaban.

Era muy tetona por decirlo crudamente, su cuerpo tan delgado y estilizado se desproporcionaba con esos pechos orondos, opulentos y llenos.

Piernas largas de bailarina, fibrosas y musculadas y culo en pompa, redondo y contundente que equilibraba el conjunto.

Conectamos también por el tema de la danza, de alguna manera siempre había sido una cuenta pendiente para mí. De ...