Lujuria en la reunión familiar (3)
Fecha: 17/03/2025,
Categorías:
Incesto
Autor: Gabriel B, Fuente: TodoRelatos
... que tenía otra carta fuerte, pues ella apenas conocía algunas señas. Así que él se había deshecho de la carta a propósito, matando cartas insignificantes. Era como matar una mosca con una bazuca. La segunda mano la ganamos nosotros con un tres, lo que me hizo pensar que ninguno de los cuatro teníamos buenas cartas. En efecto, en la ronda final Matías largó un dos que no pudo ser “matado” por su hermano mayor, quien tenía una miserable sota. Yo también tenía una negra, así que todo dependía de Rosina. Nadie se molestó en cantar truco. Quien ganara esa ronda, ganaría la partida.
No obstante ella ni siquiera mostró su carta, sino que se fue al mazo, sin develarla. Eso me hizo tener un terrible pensamiento. ¡Rosina también estaba perdiendo a propósito! No la comprendía. ¿Tantas ganas de quedarse desnuda frente a sus primos tenía? ¿No se daba cuenta de lo que podía llegar a generar en esos dos jóvenes mastodónticos con ese culito de avispa? Me dije que no debía preocuparme por ella, mucho menos después de la actitud que había tenido hacía un rato.
Para mi sorpresa, Juanjo se quitó el calzoncillo. Lo extendió en el colchón y apoyó su gordo trasero en él. Era la primera vez que veía su verga. Me impresionó su enorme tamaño, aunque dado el tamaño de su cuerpo en general, no debía hacerlo. Además había un detalle que lo hacía ver aún más grande. El miembro ya estaba hinchado, si bien aún no erecto. Cosa que no me sorprendía, pues yo mismo, que era el que tenía la cabeza más ...
... fría, ya había percibido como ese enorme culo de mi prima había producido sus obvios efectos en mi cuerpo.
Entonces Rosina se puso de rodillas sobre la cama, poniendo el torso recto, para finalmente quitarse la remera. Debía ser algo mucho menos llamativo que cuando se quitó la calza. Nos encontraríamos con sus pequeños senos cubiertos por un brasier. Pero la realidad fue muy distinta. ¡Rosina no llevaba corpiño!
Miré sus senos desnudos. Eran pequeños, sí. Pero eran hermosos y estaban bien paraditos. Y los pezones estaban erectos.
Disfrutamos de ellos todo el tiempo que Rosina se tomó en quitarse la remera. Lo hizo lentamente, aunque no de manera exagerada. Luego volvió a su posición original. Sus tetitas quedaron cubiertas por sus brazos, pero con un pequeño movimiento y cambio de ángulo, podríamos vislumbrarlas nuevamente, ahora suspendidas en el aire. No obstante, teniendo ese ojete de nuevo ante nuestra vista, las miradas de seguro irían a él. Me pregunté si, al igual que Juanjo, se animaría a quedarse denuda.
—¿Quieren jugar unas manos más? —dije, tanteando el terreno.
Lo más honesto hubiera sido dar por terminado el juego, o, en su defecto, retirarme a mi habitación. Pero sería imposible hacerlo sabiendo que al otro lado de la pared podía ocurrir una locura.
—Obvio —dijo Matías.
Juanjo asintió con la cabeza. Rosina no dijo nada, pero repartió las cartas, dejando en claro cuál era su postura al respecto. Nuevamente se dio esa peculiar situación en la que ...