Encrucijada (Capítulo I) - Relatos Eróticos

Encrucijada (Capítulo I)

Capítulo I

—George… George… —gimió, a pesar de llevar un tiempo siendo tomada de esa manera, aquel chico seguía sorprendiéndola—. ¡George!

Gritó, el mencionado la agarró por el cabello con fuerza y se lo jaló hacia atrás, logrando que su espalda se curvara y que levantara el trasero, para seguir embistiéndola con rapidez. Él estaba de pie, mientras que ella, prácticamente, en cuatro apoyada con los codos en la orilla de la cama. Le jaló más el cabello, levantándole la cabeza, de esa manera lograba verle la cara a través del espejo de al frente. Ella sabía que a él le gustaba verle la cara mientras se la follaba por el culo. Sintió la mano del chico acariciarle el clítoris.

—Agárrate las tetas…

Ella obedeció, también podía verse al espejo mientras era cogida de esa manera y le gustó. Soltó un largo y prolongado gemido, se apretó las tetas y le temblaron las piernas, pero el chico no la soltó, continuó jalándola del cabello con fuerza mientras la embestía con la misma rapidez. Ella se retorció de placer.

—Lléname el cuelo… —Pidió entre gemidos—. George… por favor…

Él no se hizo de rogar, la tomó de las caderas, permitiéndole de esa manera que se apoyara por completo en la cama y con el trasero bien parado, y comenzó a embestirla con fuerza. Las escuchaba gemir. Aminoró las embestidas cuando sintió que explotaría, así dejó salir todo, hasta la última gota dentro de ese culo, tal y como se lo pidió. Salió por completo, ella se quedó apoyada en la cama sin ...

... moverse, solo respirando agitado.

—Voy al baño.

Cuando salió, la chica se había acostado a lo ancho de la cama mirando la cielo, con las piernas flexionadas y abiertas, tenía los brazos extendidos por sobre la cabeza. Medio se levantó cuando lo escuchó salir.

—¿No vas a quedarte? —preguntó al verlo comenzar a abotonarse la camisa.

—Nunca lo hago. —Eso era verdad, como también era cierto que nunca se quitaba la ropa, solo de bajaba un poco el pantalón y ella le desabrochaba la camisa.

—¿No quieres probar esto? —Él la miró mientras se pasaba los dedos por el clítoris, invitándolo a hacer lo mismo, luego se metió un dedo. Él chasqueó la lengua y continuó vistiéndose. La chica frunció el ceño y se sentó, tomándolo por la cintura.

—Olvídalo, Susan. Me iré a casa —dijo al tomarla de los hombros y separarla.

—Quédate un momento más… —insistió, acercando su cara a la altura del sexo de él—. Quiero comérmelo… —añadió pasándole la lengua por encima del pantalón, lo sintió palpitar y sonrió—. Quiere que me lo coma… —El chico la jaló del cabello, apartándola, ella lo miraba sonriente.

—Dije que no. —La soltó y caminó a la salida.

—Llamaré a Emily. —Apretó los puños y se detuvo, cómo la odiaba. Giró y la vio, nuevamente sentada sobre la cama con las piernas abiertas, una mano acariciándose el clítoris y la otra con un dedo en los labios, tenía una sonrisa pintada en los labios.

Desabrochó su camisa y la dejó caer al momento que se acercaba a la cama. Susan sonrió ...