1. Tan ponedora como gallina culeca


    Fecha: 27/03/2018, Categorías: Voyerismo Sexo Duro Autor: Arandirelatos, Fuente: xHamster

    —Se llama Cristina güey, tiene como veintitantos años. Es alta, de buenas curvas, tiene unas nalgotas y unas tetotas... no mames güey, está bien buena.—Aaah... no te la restires pinche Dioni. Si Don Justo ya tiene sus años.—Sí, pero se la consiguió bien jovencilla. Mandó a volar a su anterior Señora y se casó con ésta. De verda’ buena canijo. Te lo juro. Esta Señora está de muy buen ver. Y Don Justo la tiene como reina.—¿“Entóns”? ¿Por qué le pone el cuerno?—“Pos” yo creo que de todo la atiende menos de ahí. O no sé, el caso es que la vieja, siempre que Don Justo se va, anda de cusca. Nomás se ve china libre y pa’ pronto. Luego luego busca verga.—¡Anda ya! Y entonces, ¿por qué no te la has montado tú?—Porque no soy güey. Don Justo nomás se dio cuenta de los cuernotes, o sospechó... ve tú a saber, pero le puso un vigilante. El cabrón se llama Nabor. Es un pinche güerote de ojo azul, bien mamado y como de uno noventa de altura. ¡No mames! Sí te pone en tu madre.—Así que tiene quien la cuide.—Sí, pero a la huerca le vale, eh. Se ve que es de sangre caliente y se las ingenia para darse sus escapadas. Espera a que Nabor esté desprevenido y se monta en su cuaco para salirse del rancho y buscar hombre.Felipe veía con incredulidad a su amigo Dionisio.—Ajá, y, según dices, de plano se encuera y en media carretera pide un “raite” así, en pelotas —le dijo, suspicaz, Felipe a su amigo.—Pues eso dicen. Bueno, eso me han contado. Que así, encueradita, tal como el Señor la trajo al mundo, ...
    ... sale a la orilla de la carretera y pide aventón. Muchos no se detienen pensando que se trate de una trampa. Creen que es un embuste para robarlos. Pero nunca falta uno que se aviente y...—Y se la tira ahí mismo —apuró Felipe.—Pues sí. Eso dicen. Que ahí, en pleno pasto, entre los árboles, se pone a cuatro y órale... la Señora deja que se la ensarten. Ya te lo puedes imaginar:—¡Así, así mi rey! Húndemela toda. Hasta el mero fondo. —dice Doña Cristina.El masculino ser que tiene detrás no deja de seguir sus indicaciones y fácilmente le da a tragar verga. Por lo menos eso aparece en el pensamiento de Felipe, quien no evita crear tales imágenes en su mente.A pesar de eso, Felipe se muestra escéptico.—¡Ya párale Dioni, que no te creo na’.El joven Felipe, de apenas 19 años, estaba de visita en el pueblo pues eran las vacaciones universitarias, y él ayudaba en la tienda de sus padres.«Viejotas así nomás en el Libro Vaquero», se decía para sus adentros, al no creer que una mujer con tales cualidades existiera en su realidad.—Ah qué Dionisio, tiene mucha imaginación —se decía Felipe, más tarde, mientras se desvestía para irse a dormir.No obstante, ya en calzoncillos, Felipe no se abstuvo de acariciarse el miembro recordando las palabras de su amigo. La Señora que describía debía estar re-buena.Al día siguiente, mientras Felipe barría el local, Dionisio se le presentó abruptamente.—¡“Aí” anda! —gritó Dionisio.—¿Quién? —le preguntó, con verdadera incomprensión, Felipe.—La tal Cristina. ...
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