Sex shop
Fecha: 27/03/2018,
Categorías:
Hetero
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... -Cómo? Con gran destreza, mientras le besaba fogosamente en la boca, le desabrochó la bragueta. Con hábiles dedos buscó en el interior i ágilmente extrayo el miembro inflamado. -No pares- Le ordenó ella cuando él intentó separar la mano de su vagina. La punta de los dedos de la mujer pressionó con un poco de fuerza el prepucio y su miembro se volvió rígido como un monolito. Sonrió satisfecha i de nuevo acarició el prepució bajando hasta la base y los testículos. Era magistral. Sabiamente le proporcionó placer sin dejar de observarlo desde el fondo de la miel oscura de sus ojos. Le besó nuevamente. No eran besos tiernos. Parecia com si quisiese absorver su energia vital. Aún estuvieron masturbandose mutuamente unos momentos más. Hasta que ella se arrodilló y acercó su cabeza a su miembro. Sin más dilación empezó engullirlo con sospechosa maestría. Todo entero, hasta casi la base. Hasta casi asfixiarse con esa especie de salchicha. Hasta que ella se cansó y mirandólo fijamente le dió la espalda y, levantando la grupa y separando las piernas, le dió una orden. -Montáme- Él no pudo más. Exaperado por su arrogante comportamiento, le dió una sonora bofetada en las nalgas, cosa que provocó un pequeño gritó. -¡Por favor!- Le ordenó él. La chica calló obstinadamente y recibió un nuevo cachete en seco. A éste le siguió un tercero y un cuarto. -Por favor- Susurró ella aguantandóse las ...
... lágrimas y sonriendo a la vez. -¿Cómo?- Se hizo suplicar él. -Que me des más. La agarró por la cintura y entró en ella furiosamente. La mujer sólo profirió un pequeño jadeo de dolor. La asaltó brutalmente, sin niguna delicadeza, en sucesivas embestidas brutales, agarrandola por las nalgas (carne dolorida y tierna). Después se calomó un poco al sentir las protestas de ella. -¡Fernando, por Dios! ¡Me haces daño! Sus embestidas se volvieron más ritmicas y pausadas, pero sin perder ni un ápice de fuerza. La pareja del escenario se dió cuenta de todo y puso más emfásis en su trabajo, como si hubiera una especie de competición entre ellos. Enmedio de los espasmos continuos de su pareja, y viendo cómo el tierno culo de la chica del escenario se abria a la caricia de su compañero, intentó un ejercicio de autocontrol. Intentó contar cada segundo..., resistir cada nuevo asalto de placer,... olvidarse de su entorno más inmediato,... pero fué inútil. Cuando más tensada y vibrante se encontraba la mujer, el empezó a estallar, embistiendo con más fuerza i agarrandose a su piel sudorosa y morena, besando sus rizos negros. Algo parecido a un hongo nuclear se dibujó en su mente. -¿Aún crees que soy una cabrona?- Le dijo ella después, aún jadeando, mientras él salia de su interior. -Eres una perversa. -Gracias, tu tampoco eres mejor- Le respondió buscando nuevamente su boca. -Te odio. -Yo también cariño