Orgía en un motel de Tijuana (II y última)
Fecha: 23/05/2025,
Categorías:
Gays
Intercambios
Sexo en Grupo
Autor: chicaloso, Fuente: SexoSinTabues30
(La primera parte de este relato se encuentra aquí:https://sexosintabues30.com/relatos-eroticos/gays/orgia-en-un-motel-de-tijuana/).
El viernes por la mañana estábamos todos tan calientes y cachondos como la noche anterior. Todos nos habíamos quedado dormidos justo en cuanto tuvimos nuestros últimos orgasmos. Brazos, piernas, bocas y vergas duras esparcidas por las dos camasqueen size. Ninguno se despertó antes de las 11:30.
Me desperté con el sonido del agua que corría en la regadera del cuarto de al lado. ¡Chíngale! Si se podía escuchar la regadera tan bien, ¡me preguntaba si no podrían habernos escuchado anoche! ¡Chíngale! ¡Sería fantástico agregar a nuestro viaje a los cinco magníficos morros de al lado!
Me puse los pantalones y con cautela abrí la puerta a la cegadora luz del sol. Para mi sorpresa, ¡encontré en el balcón uno de los dioses de bronce más hermosos que jamás había visto! Medía alrededor de 1.80′ y estaba muy bien formado. Aunque estaba vestido para el día bastante frío, me di cuenta de que tenía más músculos que el promedio y un bronceado bastante bueno, considerando la época del año.
Me miró. Nuestros ojos se encontraron y me di cuenta de que él sabía lo de anoche. Luego sonrió. ¡Ooohhh, qué sonrisa…1 Del tipo que te hace derretirte hasta los huevos. Nos miramos el uno al otro durante lo que tuvo que ser una eternidad, pero probablemente fueron sólo unos segundos. Finalmente habló:
«Así que ustedes tuvieron una fiesta anoche…», dijo.
«Sí, ...
... hicimos un poco de ruido, supongo. Espero que no te hayamos distraído de tus mujeres».
«¡No, ni madres!», dijo. «No conseguimos ninguna panocha. Nos portamos como muy BUENOS niños. ¡Ni siquiera teníamos cerveza!”.
Sonreí y pregunté: «¿Quieres una?».
“¡Sí, estaría bien!”.
Comenzó a entrar a nuestra habitación, pero, como yo no lo conocía lo suficiente, lo detuve y le dije que le llevaría una a su habitación.
Sólo tomó unos segundos meter la mano en la hielera y sacar un par de botes fríos. Salté a su habitación lo más rápido que pude.
Sabíamos que había cinco morros en esa habitación la noche anterior. El que me recibió en el balcón, el Juanjo, era uno. Otro chico, el José, todavía estaba dormido. Y en la regadera había alguien… Ya eran tres.
«¿Dónde están los otros dos?», pregunté.
«Estamos todos aquí». El Juanjo sonrió mientras hablaba.
«¡¿Quieres decir que hay tres en el baño?!». ¡No podía creer lo que estaba pensando!
«Sí. ¡Quién sabe por qué les toma tanto tiempo darse un regaderazo!”, dijo.
«¡Chíngale!! ¡Y ninguno de ustedes agarró panocha ayer!»
«Pues nos divertimos. Siempre nos ocupamos de lo que va surgiendo», dijo el Juanjo mientras se quitaba su pesado abrigo. Me di cuenta de que era realmente hermoso. Parecía como si estuviera corriendo en pista o luchando. ¡Quizás también era nadador!
Se frotó la entrepierna.
«Creo que sabes lo que quiero decir».
«¡Qué a toda madre! Realmente me está gustando este viaje. ¡Mis amigos van ...