Los calcetines de mi tío Eddy
Fecha: 24/05/2025,
Categorías:
Fetichismo
Gays
Incesto
Autor: kmilocesto, Fuente: SexoSinTabues30
Hola, soy Daniel y este es mi primer relato, les quiero contar como me iniciaron en el sexo y en el fetiche de pies y calcetines a la corta edad de 7 años, no soy bueno escribiendo o relatando, pero haré mi mayor esfuerzo. Todo esto es real, no omitiré nombres ni sucesos porque quiero contarlo tal y como sucedió hace 25 años, en el año 1998 para ser exacto. Actualmente tengo 32 años y quiero que sepan lo que nunca le he contado a nadie.
Cuando tenía 7 años, mis padres se divorciaron y acordaron turnarse para cuidarme. Pasaba dos semanas en la casa de uno y luego iba a la del otro. Cada dos semanas, experimentaba diferentes rutinas y estilos de vida, ya que el padre a cargo se encargaba de todo, desde alimentarme hasta ayudarme con las tareas y llevarme al colegio. En los días que mi madre iba por mi al colegio todo transcurría de manera normal, ella llegaba puntual y nos íbamos a la casa, pero cuando mi padre iba por mi me quedaba esperando más de 2 horas a que llegará, cosa que no le gustó a mi madre así que mi padre terminó pidiéndole favor a uno de sus mejores amigos para que fuera por mi algunos días cuando él no podía recogerme; a este amigo de mi padre desde siempre le he dicho tío ya que lo conozco de toda la vida y de igual manera él me dice sobrino, sobrinito o Dany.
El nombre de mi «tío» es Eduardo, pero siempre le han dicho Eddy, en ese entonces él tenía 32 años (la edad que ahora tengo yo). En esos años mi tío Eddy era un hombre atractivo, no guapo, pero ...
... si llamaba la atención por su físico, él mide 1.82, no era musculoso pero tampoco era delgado, tenía buen cuerpo resultado de dedicar su vida al futbol y a entrenar a otros aspirantes, tenía brazos peludos, manos grandes y lo que más me llamaba la atención de él eran sus inmensas piernas peludas, eran muy marcadas y muy «gordas», siempre me gustaba mirarlo a escondidas y cada que podía no perdía la oportunidad para por cualquier excusa tonta tocarle los pelos de las piernas, no entendía el motivo pero a mi me gustaba hacerlo y a él parecía no importarle ni tomarlo en cuenta pues nunca me decía que no.
Mi relación con él era genial. Siempre que venía de visita, me traía regalos, ya fueran dulces, juguetes o camisetas de fútbol que no me gustaban, pero a él le hacía ilusión que las usara. Le gustaba hacerme cosquillas, jugar conmigo y llevarme a sus entrenamientos de fútbol para enseñarme sobre el deporte, aunque a mí no me gustara. A pesar de eso, disfrutaba pasar tiempo con él porque lo consideraba inteligente, divertido y me hacía sentir protegido. En realidad, lo quería más que a mi propio padre, ya que pasaba mucho tiempo con él debido a que mi padre a veces no llegaba a tiempo y era muy desatendido, lo cual hizo que mi tío y yo tuviéramos una rutina establecida: me recogía del colegio, íbamos a comer, luego a sus entrenamientos, después hacíamos la tarea, jugábamos y pasábamos tiempo juntos en su casa. Nada fuera de lo común, pero siempre era agradable.
Un día, ...