1. Ayudando a Mamá (03).


    Fecha: 20/09/2017, Categorías: Incesto Autor: nokomi, Fuente: RelatosEróticos

    ... dedos en su cola – o como te diría Luis “La conchita te delata putita” - ¡Ay callate! – Dijo riéndose avergonzada – y salí de ahí – esta vez abrí mi boca y succioné la zona de su agujerito sorbiendo sus jugos. Ella soltó un gemido – ¡no, no, pará! En cuanto intentó apartarme sujeté su mano y la llevé hasta mi verga. Se sorprendió un poco al tocarla pero la sujetó con fuerza, sin perder tiempo regresé a su conchita, aunque esta vez fui más abajo, intentando chupar su clítoris, en cuando empecé a lamerle ella movió su mano sobre mi miembro como si me masturbara, la tenía suave por el aceite. Metí bien hondo los dedos en su culo y dio un grito de placer. Habré estado dos minutos chupándole la concha sin parar mientras ella me tocaba. - Bueno Nico, ya está… basta porque me vas a hacer enojar – sabía que no era enojo lo que sentía, sólo culpa. Preferí no forzarla, volví a sentarme bien y seguí dándole por la cola con mis dedos. Sabía que todo eso le gustaba mucho porque ni siquiera soltó mi verga. - Vamos con otro dedo – le anuncié sólo porque pensé que se negaría. - Bueno dale – dijo para mi sorpresa. Volví a lubricarme la mano e hice lo mismo con su trasero. También dejé caer unas gotas de aceite sobre mi glande, ella lo notó porque enseguida comenzó a esparcirlo por todo el largo de mi verga. El tercer dedo le hizo doler un poco, aunque lo soportó bastante bien, retuvo el aliento unos segundos y luego lo dejó escapar en un hermoso gemido. Me fui quitando el pantalón de a poco, ...
    ... ella nunca dejó de masturbarme. Me puse de rodillas entre sus piernas, muy cerca de su cola, ella dobló un poco su espalda para poder seguir tocando mi pene. Los dedos entraban y salían con facilidad, con el pulgar de mi mano izquierda acaricié su vagina y me acerqué un poco más. Mi glande rozaba apenas la vulva cuando ella movía su mano. Abrí sus labios vaginales para ver cómo el juguito chorreaba hacia afuera. Otra vez vi un pequeño chorrito salir despedido de su interior. - Te sigue saltando – le dije a mi madre poniendo más énfasis en la penetración anal. - ¡Ay qué vergüenza! – intentó acomodarse un poco y mi verga quedó apoyada entre sus labios – es que esta sensación nueva es muy rica – dijo refiriéndose a los dedos en su culo. Ella seguía acariciando mi pene a lo largo y ancho. Podía sentir que lo tiraba un poco hacia ella hasta que mi glande se perdió en el interior de su concha. Esta vez no había sido yo el que la metió. Igual no fue más adentro, la dejó allí y continuó tocándomela, yo movía los dedos con suavidad, como para que su colita no sufriera mucho. De pronto ella movió mi verga de arriba abajo haciendo que salga de la cuevita y se frotara por su clítoris para luego volver a entrar. Hizo eso varias veces. Supuse que ella estaba muy cachonda y que una verga era una verga… aunque fuera la de su hijo. Sus gemidos se hicieron más sonoros y me incentivó a darle más rápido por la colita. En cuanto mi miembro estuvo encajado en su agujerito, presioné hacia adentro y ...
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