Cómo le quité la virginidad a la prima de 7 años (parte 1)
Fecha: 26/07/2025,
Categorías:
Fetichismo
Autor: Jim St, Fuente: SexoSinTabues30
Vengo a contaros cual fue, lo que considero para mí, mi mayor experiencia en el sexo con alguien más pequeño que yo.
Yo debería de tener unos 15-16 años, en plena edad de hormonas alocadas, y en ese tiempo veía mucho a la prima de un «hermanastro» mío. Para salvaguardar su identidad y que todos nos entendamos la llamaremos Laia. Yo conocí a Laia desde que tenía 3 años, y nunca había tenido pensamientos lascivos hacia ella, pero un día, en la terraza de su casa, todo cambió.
Laia era una chica muy curiosa en general, había ocasiones que hacía bromas con su entrepierna y la de los chicos de la mesa, algo así como decirle a su primo “¿Oye, me enseñas tu cosa?» Sinceramente lo hacía solamente para hacer chillar a la adultos que oían la pregunta y se reía mientras estos la intentaban reñir. La inocencia de los niños, le parecía divertido como se ponían sus familiares y ni sabía lo que estaría hablando, pero desde entonces en mi mente se pasó la idea de querer ver su entrepierna, cabe destacar que al ser virgen en ese momento mis hormonas, ganas y erecciones eran más comunes de lo normal. Pero obviamente no le pediría ver, no delante de toda la familia.
Unos días más tarde, jugando en la terraza de su casa, me pidió de jugar a mí a un juego de rol de amo y perro (ella sería el perro), luego de uno de madre, hijo… Todo eso mientras mis hermanastros jugaban a sus tonterías en el cobertizo de la terraza desmontando y montando objetos del lugar, así que acepte jugar con ...
... ella.
No me acuerdo muy bien de cómo, empezamos a jugar a otra cosa que consistía en intentar bajar los pantalones el uno al otro, sin quitar la ropa interior, seguramente fue ella quien inició el juego pues como dije era bastante curiosa. Y así fue, ella me bajaba a mí los pantalones un poco, solo para verme los calzoncillos, y luego yo me los subía y le quitaba a ella los suyos hasta que le veía las bragas. Nunca las olvidaré, azul clarito con imágenes de un osito de peluche.
En una de estas, Laia me pide porfavor si puede mirar debajo de mis calzoncillos, a lo que yo, aunque tenía una erección más que clara, le dije que no, y me resistí huyendo un poco de ella por toda la terraza, hasta que doblé la esquina de la misma, lejos de la vista de cualquier ventana, y dejé que me pillase. Al poner sus manos en la cintura de mi pantalón lo apartó y miró un poco, no fue más de un segundo porque de la nada escuchamos el grito de su abuela pidiéndole ayuda para poner sus cubiertos en la mesa, y tan solo fue eso, quizá ni vio bien porque no quitó el pantalón en sí, solo tiró hacia adelante para ver un poco. Pero la cosa no se quedaría ahí, había experimentado aquello y ahora dentro de mí quería más, llegar más profundo en la relación con Laia.
Durante un día (dos semanas después de lo de la terraza), Laia se fue a mi casa con su abuela, donde también vivía mis hermanastros y demás, y cuando estos dos se quedaron en una habitación jugando a la play, mi padre y su pareja fuera ...