-
El ladrón de Neumo
Fecha: 14/08/2025, Categorías: No Consentido Autor: Leo211, Fuente: CuentoRelatos
Ocurrió un martes a la noche, el frío normal a mitad de invierno se hacía sentir y el viento intenso acentuaba la sensación del bienestar hogareño. Neumo era un barrio tranquilo a las afueras de un estado que rara vez veía actuar a las fuerzas del orden, salvo algún accidente de tránsito no poseo memoria de haberlos encontrado actuando, también por eso elegimos vivir ahí, y por la cercanía a la fábrica de ensamblado automotriz donde trabajábamos Paula y yo. Ella tenía 27 años y yo 31 en el desafortunado día del acontecimiento y hacia 5 meses que vivíamos en esa casa grande, antigua de techo de teja y estufa amplia que decoraba el comedor. Era un día más a pesar del clima embravecido de exterior, la leña crepitaba encendida en la estufa cuando nos fuimos a acostar a orillas de las 22 horas. Paula leía una biografía no autorizada y yo trataba de encontrar un capítulo de los Simpson cuando Zeus (nuestro perro) comenzó con un ladrido insistente. -Te dije que era mejor entrarlo. Avisó mi mujer algo molesta. No le presté atención y continúe cambiando la tv de canal. El can siguió porfiado y agotó mi paciencia. -A que le ladrará ?... pregunte saliendo de la cama. -Seguro que a una comadreja o un gato. Dijo mi polilla pasando la página. Así que salí a ver porque tanto escándalo, bajé las escaleras puse un tronco más al pasar por la estufa y salí apresurado para ver al barbilla enloquecido con la soga estirada enseñando sus colmillos al álamo que se mecía con fuerza, ...
... entre la niebla espesa. A unos veinte metros se hamacaba el coloso entre el frío y la lúgubre visión, Zues se aplaco y la curiosidad hizo que fuera a corroborar que era lo que inquietaba al animal. Un golpe seco y fuerte me llevó al suelo de repente y me encontré mirando desde abajo a tipo pardo y con una careta de de payaso. Totalmente aturdido intente ponerme de pie, y otro golpe aterrizó mi humanidad. El acero de un cuchillo se posó en mi garganta y una voz de ultra tumba resonó en mi cabeza. -Levántate, despacio. Y vamos a casa. Sugirió el extraño de manera convincente. El errático vaivén de mis pasos llevaron al sujeto dentro de mi casa. Zeus lloró cuando pasamos cerca como presintiendo lo que vendría. - ¿Cuantos hay? Retumbó la voz dentro de la máscara. -Dos, mi esposa y yo. Llévese lo que quiera... supliqué. Momentos más tardes llegamos a la habitación, Paula quedó petrificada. Sus ojos turquesa saltaron de las gafas y la boca tembló cortando un grito aterrador, el libro voló por los aires y de un salto se puso en pie. Se había quitado el pantaloncillo de la pijama probablemente para darme mi premio y las bragas lila adornaban su piel a la altura de sus muslos. El tipo me ato con un precinto las manos a la espalda y los pies y ante las súplicas fervientes de mi mujer hizo lo mismo con ella. Luego nos empujó a la cama y salió. -No quiero gritos. Me llevó unas cosas y me voy. Era negro y alto casi un metro noventa, espigado muy atlético. La voz se le ...