La búsqueda
Fecha: 23/03/2024,
Categorías:
Jóvenes
Tus Relatos
Autor: MN-IS, Fuente: RelatosEroticos-Gratis
... resultarle problemático. Cuando empezó a notar que se humedecía, al principio había intentado atribuirlo a su ciclo; luego, al tema erótico de las anécdotas de Isa. Pero ahora, mirándose a mí misma en el pasamanos del subterráneo, tenía que aceptar que moría de ganas de que Isa le besara la oreja y le metiera mano.
Pero, además de la culpa y de la atracción creciente, había otra razón por la que Moní no reprendía las relaciones arriesgadas de su amiga; había otra razón por la que estaba de pie junto a ella, aunque estuviera cansada, porque Isa había dicho que eran unas pocas estaciones. Algo en Moní había cambiado desde que dejó la preparatoria de Isa.
En el pasado (o La fábula de Eduardo y Danielle)
Era enero, hacía dos años. Su último semestre antes de la universidad. Moní saludó a su amigo Eduardo de forma especialmente efusiva. Como era su costumbre, le desordenó el cabello rizado, y le dijo cuánto lo había extrañado en vacaciones. Sin embargo, esta vez, le pasó la yema de los dedos por su mejilla morena y lampiña, suavemente y mirándolo a los ojos. Eduardo se esforzó por no darle importancia, pero al día siguiente, Moní continuó. Se estaban sentando en la biblioteca, para comparar sus tareas de Anatomía, cuando Moní puso la mano en el mismo lugar donde Eduardo iba a ponerla. Moní parecía distraída, pero no quitó la mano. Eduardo planeaba alejar los dedos lentamente, para que Moní no notara nada, cuando ella (que ya estaba hablando de la tarea, sin darle ...
... importancia al roce), asió su mano y no volvió a soltarla hasta que dejaron la biblioteca. Dos días después, Moní repitió lo del primer día: revolvió su cabello, le dijo cuando lo había extrañado en vacaciones, y pasó su mano por la mejilla de él. Sólo que esta vez estaban solos, platicando durante una hora libre, en un recobeco que se hacía debajo de una gran escalera de piedra. Allí, Moní lo besó. Él se quedó embelesado un largo momento, pero se alejó, negando fuertemente con la cabeza.
Eduardo, que verdaderamente era uno de los mejores amigos de Moní (o al menos, lo había sido hasta entonces), era un muchacho tímido y amable, adorado por las chicas, que lo buscaban con toda clase de atenciones, por trato respetuoso y su habilidad para escuchar. Los hombres de su edad, por otro lado, lo detestaban. A veces lo consideraban un hipócrita sin carácter, cuya manera de ser se explicaba porque “sólo buscaba poner la verga en algún chocho”; otras veces, lo consideraban homosexual.
Pero esta última opción era improbable, porque Eduardo había empezado a salir con Danielle (“así, con ese nombre que en español suena a hombre”, decía Moní). Danielle era una pelirroja de lindas facciones que, sin ser muy diligente, entendía todo a la primera. Entendía los temas de las clases. Entendía los procesos de admisión a las universidades. Jamás se perdía, porque entendía las direcciones y los mapas. Y entendía también los vicios: entendía a la gente y lo que la gente consideraba malo; entendía los ...