1. Gracias a Felix...


    Fecha: 30/03/2018, Categorías: Gays Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... durante un minuto! Si no llego a levantarle la cabeza hubiese descargado todo mi almacenamiento de leche en él... Sonriendo, feliz, Félix levantó la vista para mirarme y decirme: -Seguro que te la han chupado... más de cinco veces, ¿o me equivoco? -Y tú –le respondí yo, quitándole de los labios un perdigón de líquido preseminal mezclado con saliva- seguro que la has chupado más de veinte veces... ¿No tenías amigos con los que veías películas? -¿Te digo una cosa? -¿El qué? -Que las orgías que nos montamos no tienen precio... Hoy no puedo llamar a ninguno, pero tú el próximo día te vienes, así conoces al "Isidoro", el del pollón de oro... ¡Macho, nadie a conseguido que se corra en su boca! ¿y tú, chaval, cómo te lo montas con la lengüecita?... ¿ehh? ...y riéndose se fue sentando a mi lado, reclinándose hacia atrás y mostrándome el slip que estaba relleno a rabiar. ¡Menuda invitación! -Félix... nunca la he mamado... No sé si sabré... -Pues con la mía aprendes... Cuando te la maman con gozo, solo puedes hacer una cosa. Lo miré expectante. -Gozar, ¿o no te mola como te la he chupado yo? Venga... A ver qué me haces, que yo me corro difícilmente. Me puse a cuatro patas en la parte que quedaba libre del sofá y le quité con entusiasmo los calzoncillos: quedó al aire una polla bien gorda, 17 cm por lo pronto que tenía que tragarme... pero ¿y los cojones? -¿Qué les pasa a mis pelotas? -¿Has visto las mías? Félix se rió, y me contestó: -Las más buenas y peludas que he probado, palabra ...
    ... de honor. -Pero mira cómo te cuelgan a ti... -Métetelas en la boca y saboréalas. Como si fuesen dos caramelos, pero calientes... ¡si lo sabré yo, que me las noto! Me incliné sobre ellas y noté ese olor a macho, a salado del que tanto había oído hablar. Olía bien. Y eran tan grandes... Me toqué las mías y enseguida me las metí en la boca: tantos pelillos se enredaron en mi lengua que apenas sabía que estaba lamiendo la piel de los cojones de Félix hasta que me ardió la lengua de sabor. Mmmm, el aire me recorría mi entrepierna echado a cuatro patas sobre Félix... Pronto empecé con su mástil, con su durísimo mástil... -¿Cómo la tienes tan dura? -... mmm, hago ejercicio... ja ja, qué vicioso que eres... Quería abarcar todo su poyón, su tremendo proyectil de leche... ¿Le haría esto Belén? -Blas... dime guarradas... Paré un segundo, sus cojones en mi mano, y sonreí. Me aparté el flequillo de la frente y le dije: -¿Qué te diga qué? Ja, ¿acaso un maricón de mierda como tú cree que le voy a decir que tiene una poya buenísima cuando tiene en realidad el poyón sucio de un caballo? Eres un puto cerdo... Pero enseguida me corté, pues pensé que me había pasado y que con aquellos comentarios podría haberle herido profundamente la sensibilidad. Félix se recostó un poco mirándome sorprendido o exasperado, no sé. Por mi parte tuve que apresurarme a decir, apretando más sus huevos, queriendo que no se escapasen: -¡Félix, tío! Lo siento, no quería insultarte así, no lo decía en serio... -¡Sigue! ...