1. Gracias a Felix...


    Fecha: 30/03/2018, Categorías: Gays Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... dio un puñetazo de broma en mi vientre, a lo que me dijo "estás fuerte como yo, chaval", y me sacó juguetonamente mi nabo morcillón (la tensión me había acojonado un poco, la verdad), para sonreir y decir: -Blas, mira lo que te digo: como esto se levante, más vale que corra si no quiero que me atravieses el culo sin querer... ¡Pedazo chorizo! -¡Tio! –me reí yo-. Que no es más grande que el tuyo, en serio... Mi chorizo resbaladizo, como él lo llamaba, creció enseguida que Félix lo dejó al descubierto cariñosamente, abriendo la bata, y cogiendo el borde de mis calzoncillos con las dos manos... Hubo tantas cosas que quise hacer en el momento: se unió en un instante el deseo de sexo, el deseo de desatar los impulsos reprimidos, la timidez, la sumisión, la personalidad salvaje y loca... Y decidí quedarme allí disfrutando de las caricias de Félix. Asombrosamente no parecía que se hubiese dado ningún cambio en su actitud, y por eso estaba con la boca abierta mientras manejaba mi aparato, el cual pronto se puso firme y vigoroso: Félix seguía sonriendo con esa... naturalidad suya que le hacía tan agradable. Igual podríamos haber estado charlando y contando un chiste que con el mismo humor, se me acercó para chuparme un pezón. -Y ahora mira, a ver si te gusta esto –me dijo levantándose y guardando a duras penas su paquete: me hizo gracia que se subiese el slip porque no podía evitar que su gordo capullo rosado sobresaliese por encima, mojando los pelillos del ombligo de líquido ...
    ... preseminal... -¿Por qué te guardas la polla? –le pregunté serio. -Chssss, calla, que antes de eso quiero que juegues con otra cosa. Mira, Blas, mira... esto a los jovencitos os gusta mucho, ¿eh? Simplemente se había subido la camisa que llevaba puesta para dejarme ver de nuevo el pecho. -Sí, me gusta... No muy peludito, pero lo suficiente, y con forma... Félix soltó una carcajada: -¡Si no has visto nada! ¡Mira ahora! Y se puso en tensión, haciendo fuerza con los músculos y poniéndose rojo como un tomate, ¡tan rojo como el capullo de su pollaza! ¡Parecía a punto de reventar! Cómo me reí... Pero el caso es que se le marcaron los pectorales, sí señor, y cuando me invitó a que palpase me encontré con que estaba bien duro, como una piedra. -Tócame bien... Blas, qué joven eres, qué bueno estás... -Tú sí que estás bueno –le susurré al oído mientras extendía las manos sobre su pecho. Pronto dejó de hacer fuerza y se volvió algo más carnoso, pero no me importó: yo me había puesto de pie y estaba dispuesto a inspeccionar el cuerpo de mi amigo... Pero él, como es más vicioso que yo, también quería explorar el mío, y mirando hacia abajo descubrió que de entre la bata sobresalió un gran cacho de mi endurecido pene, palpitante y húmedo. -¡Ostias, Blas, esto no me lo pierdo! Y sin darme tiempo a nada me dejó con las manos extendidas en el aire pues se abalanzó (literalmente) sobre mi polla clavándosela tan fuertemente en la boca que me tiró para atrás, de nuevo al sofá. ¡Qué bien usó la lengua ...
«12...789...»