Tormenta de verano (2ª parte)
Fecha: 11/04/2018,
Categorías:
Sexo con Maduras
Autor: amanuense, Fuente: xHamster
... caía sobre su cuerpo, me incorporaba sobre brazos y piernas y volvía a caer, cada vez más rápido, cada vez más fuerte. El continuo chocar de nuestros cuerpos marcaba el ritmo de la follada. Ella comenzó a gritar que se corría, y yo apreté la marcha para que así fuera. El momento de su orgasmo quedó marcado en forma de arañazo en mis nalgas. Apreté los dientes y volví a incrementar el ritmo. Sus manos se posaban en mis hombros, recorrían compulsivamente mi espalda. Al caer sus pezones duros y erectos amenazaban con rayar mi pecho. Mi frente casi pegada a la suya, compartíamos el sudor y nos respirábamos a la cara. Al cabo de un rato de entrar y salir de su coño, quería correrme. Me dejé caer hasta aplastar su cuerpo contra la cama. Ella me abrazó con brazos y piernas, no quería dejarme escapar, y yo sólo quería irme. Me movía torpemente, en impulsos cortos y bruscos que consiguieron arrancarle un nuevo orgasmo, e intentando avanzar entre las convulsiones de su cuerpo, me corrí yo también. Entre su cuello y la almohada ahogaron el grito que solté mientras mi polla reventaba a chorros en el mejor polvo de mi vida.No me dejó desmontarla hasta que nuestros fatigados cuerpos recuperaron su ritmo habitual. Sintiendo su calor, el tacto de su piel contra la mía, y con mi polla todavía dentro de su cuerpo pasamos largos minutos abrazados, queriendo grabar en la memoria algo que no se repetiría nunca jamás. Me incorporé, enjuagué mi sudor y ...
... me vestí mientras ella miraba en silencio tendida sobre la cama, cubierta por una sábana que no tapaba nada. Mis movimientos lentos querían dilatar el momento de la despedida definitiva. De pronto ella se incorporó rápidamente.- Espera- dijo mientras salía de la habitación con rumbo desconocido para mí. Miré su cadencioso andar alejándose, sus caderas balanceándose, sus caídas nalgas… Al poco volvió. Traía algo arrugado en la mano.- Toma- me dijo tendiéndome lo que descubrí como unas bragas usadas. – Sé que nos va a costar, al menos a mí, pero no podemos hacerle eso a Pedro, por eso cada vez que te venga la tentación, úsalas, tú sabrás cómo hacerlo- añadió mientras su mano trataba de guardar en el bolsillo de mis pantalones la ropa interior que llevaba debajo del camisón cuando todo había comenzado. Sintió en sus dedos el roce de mi polla todavía algo crecida, y eso provocó una de esas fugaces sonrisas en sus labios. Nos miramos, suspiramos queriendo expresar así lo que no hubiéramos podido expresar con palabras, y me marché.Después de aquella noche y aquel amanecer de verano, no volví a pisar esa casa, los estudios sirvieron de excusa para espaciar las reuniones con mi amigo Pedro, hubo otras que sacaron de mi mente a su hermana, y sólo el recuerdo de Inma y unas bragas escondidas en un cajón que fueron amarilleándose por el tiempo y el esperma de mis pajas, fueron los vestigios de aquella noche y la fantástica mañana que le siguió.