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El crucero
Fecha: 13/04/2018, Categorías: Confesiones Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
El crucero La historia que os voy a contar sucedió hace unos años cuando mi mujer Laura y yo Ramón realizamos un crucero por el Mediterráneo para celebrar nuestras bodas de plata. Laura siempre había sido muy recatada y poco abierta a tocar los temas del sexo. Digo había sido, pues la experiencia del crucero cambió nuestra vida sexual por completo. Yo siempre he sido muy activo sexualmente y la mayoría de las discusiones que habíamos tenido en los 25 años de casados fueron porque yo quería follar y ella no. Todo lo que tenga que ver con el sexo me encanta y nunca le he hecho ascos a nada que se me pusiese por delante. Uno de mis sueños eróticos que había tenido en numerosas ocasiones era ver como otro tío bien dotado se follaba a Laura haciéndola gritar de placer. Para que tengáis una idea os diré que cuando realizamos el crucero Laura y yo teníamos 45 años. Ella mide 1,70 m, es delgada con unos pechos pequeños, una buena cadera y un culo que es la admiración de los hombres cuando va caminando por la calle. No deja indiferente a ningún hombre con el que se cruza y sobre todo cuando se pone unos leggins que la realzan su hermoso culo, veo como se giran para contemplar y sé que cuando no va conmigo que va con amigas escucha más de una burrada referente a su culo y aunque no quiere reconocerlo, le gusta que la piropeen. El crucero lo hicimos a finales de agosto teniendo que coger un avión en Madrid que nos llevaba hasta Atenas y de allí al puerto del Pireo que era donde ...
... realmente iniciábamos el crucero. Llegamos al barco y nos acomodamos en nuestro camarote que estaba en la novena planta y que habíamos cogido con terraza exterior. Todo estaba impecable y antes de ir a la cena se nos presentó en el camarote un dominicano negro de venti pocos años, como de 1,80 metros, flaco como el palo de una escoba y muy simpático y afable. Se presentó como Walter y que iba a ser nuestro asistente durante toda la travesía y por supuesto que no dudásemos en pedirle lo que hiciese falta, que para eso estaba el allí. Se encargaba de que todos los días hiciesen la habitación y todo estuviese en perfecto estado en el camarote. En el comedor nos colocaron para la cena el primer día en mesas de cuatro parejas que teníamos que ser siempre los mismos pues cada camarote tenía asignado su asiento en el comedor. Tuvimos suerte pues las cuatro parejas éramos de la cuarentena, unos catalanes, otros de Palencia, otros de Murcia y nosotros de Zaragoza y pronto hicimos muy buenas migas entre nosotros. Por cierto, los murcianos eran de los nuevos ricos de la construcción y dinero si, pero muy garrulos los dos. Todas las noches después de la cena había actuación en la discoteca y después tomábamos unos cubatas hasta las dos o las tres de la mañana. Laura no es mucho de tomar alcohol y a poco que bebe se le sube a la cabeza. La segunda noche pusieron música disco y salió a la pista a bailar con Yolanda la palentina, pues el baile no es mi fuerte ni el de José Antonio el marido de ...