Lo que escondía la gestoría (primera parte)
Fecha: 16/04/2018,
Categorías:
No Consentido
Autor: Armonic, Fuente: CuentoRelatos
Todo había empezado el último curso de la facultad, ese año estaba siendo una locura, había conocido a una chica maravillosa y preciosa, era alta y esbelta, se notaba que iba al gimnasio, siempre vestía elegante con grandes escotes en pico, apretando sus pequeños pechos, no era de extrañar que llamara la atención, la verdad es que yo tenía la misma complexión; ambos éramos huérfanos y conectamos al instante, en apenas un par de meses nos habíamos casado. Pero fue en la fiesta de graduación cuando todo dio un giro inesperado, allí se me presentó el señor Anro, un hombre alto y que impresionaba por su corpulencia pese a sus 60 años, todos mis amigos bromeaban con nuestro parecido, pero yo estaba lejos de ser un personaje en el mundo de las finanzas y al que admiraba toda la ciudad como a él. Aún no podía creer que ese hombre me estuviera ofreciendo un puesto de trabajo en su empresa, la gestoría más importante dedicada a llevar las cuentas de las mayores fortunas país. Acepté rápidamente y mi mujer y yo nos instalamos en una casa de la ciudad, en un buen barrio. Nunca olvidaré el primer día de trabajo, la oficina estaba en una vieja mansión céntrica de dos plantas que habían reformado, la planta baja estaba dedicada a oficinas de empleados, la segunda planta era exclusiva para recibir visitas importantes, reuniones y el despacho del señor Anro. Él mismo me recibió en la entrada, para mi sorpresa no iba a trabajar con los empleados comunes, sino que me llevó a una pequeña ...
... oficina al lado de su despacho. No tenía ventanas ni puerta, simplemente un viejo archivador y la mesa de trabajo con el ordenador, no era muy acogedora pero en esos momentos me daba igual. Justo enfrente podía ver la mesa de su secretaria personal. A decir verdad, era una mujer deslumbrante, me la presentó como Alisa, mulata con rasgos caribeños, el saludo fue frío aunque transmitía un leve olor a jazmín, simplemente un hola; a los pocos días supe que en el trabajo la llamaban belleza caribeña. Era alta, aún más con esos tacones de aguja de aproximadamente 8 centímetros y largas piernas envueltas en unas medias transparentes. Llevaba puesta una falda azul marino ajustada, a la altura de las rodillas, al parecer las normas decían que no podía enseñar ni esconder más de lo debido. Llamaba la atención su trasero redondo y prominente marcado por lo ajustada de la falda, a más de uno se le iba la mirada cada vez que andaba con su peculiar meneo de caderas. Con la falda llevaba siempre una blusa blanca con ligeras rayas azules ceñida a sus grandes pechos y parecía que le iban a explotar los botones, recuerdo que eso les encantaba a los visitantes importantes porque siempre intentaban ver entre ellos. En todo momento se mostró seria, como si yo fuese invisible y no estuviera. Al cabo de un mes la situación era similar, nunca habíamos intercambiado palabra y simplemente coincidíamos en leves miradas de curiosidad. Por su parte, el Sr, Anro se limitaba a pasar por mi pequeña oficina una ...