Mi primito (II): El primer anal
Fecha: 05/09/2025,
Categorías:
Incesto
Autor: Lena Hache, Fuente: TodoRelatos
... pene, que empezó a moverse cadenciosamente a lo largo y ancho de mi vagina.
- ¿Fumas porros? - Me preguntó.
- ¡¿Cómo?! No. ¿Esa pregunta a qué viene?
- Es que en mi cole dicen que las porreras se dejan follar por el culo si les pagas un porro.
- ¿Y esa tontería? ¿De dónde ha salido? Pero vamos, que no soy porrera, pero a ti te dejo que estrenes el culo. Es más, me han entrado ganas de que lo hagas. No te eches atrás y ten el valor de follarme el culo.
Saqué su pene de mi vagina. Lo cubrí con mis fluidos para lubricar bien e intenté abrirme el culo tirando de mis nalgas separándolas. Mateo, que sabía de sexo menos que yo, no intentó meterme un dedo antes para ir abriendo camino. Me introdujo su miembros de golpe, de la manera que le gusta a él hacer las cosas. No me dolió, sólo sentí un leve pinchazo. La acción era la misma que en mi vagina, pero el placer era superior. El morbo era tremendo, pero, aun sin tener en cuenta el morbo, el sexo anal me estaba dando más placer que el vaginal. Por supuesto, no hay nada como frotar el clítoris, pero la penetración anal me estaba sorprendiendo para bien. Esa presión,¡uf! Ese espacio libre en mi coño para jugar con mis dedos, ¡mmm! Lo único que le restaba erotismo era el no poder quedar embarazada. En serio, la posibilidad de quedar embarazada me pone muy perra. Pero no hacía falta, aquello era muy excitante.
Cambiamos de postura y yo me puse tumbada boca abajo en la cama. Él ...
... siguió follándome el culo tumbado encima de mí. Yo eché la cabeza hacia un lado y hacia atrás para poder susurrarle al oído:
- ¡Ah! ¡Oh! Sigue así, peque. No pares. Quiero tu leche en mi culo. Dale. ¡Uf! ¡Te quiero! Venga, peque. Ya casi está.
Mateo se vino arriba y sus empujones se volvieron más rápidos, menos pausados, menos distanciados los unos de los otros y más fuertes. Mis dedos jugaban con mi clítoris. Me corrí yo primero y cuando yo ya estaba revolviéndome en la cama fue cuando él se corrió dentro de mi culo.
- Lo has hecho muy bien, peque. Al final si que te voy a pedir que te cases conmigo.
- ¿Sí? ¿Cuando? - Me preguntó ilusionado.
- No vayas tan rápido. Disfruta el momento. Disfruta lo que queda de noche. Dame unos besitos, hazme unas caricias, quédate dos horas mirándome a los ojos, duérmete sobre mis tetas... no sé, cosas sencillas.
- Pero me tengo que ir. ¿y si nos pillan los abuelos?
- Decimos la verdad, que tenías miedo.
- Me daba miedo salir al pasillo, no dormir en mi cama.
- Ahí está el truco, en no decir lo que te daba miedo.
- ¿Y si entran en la habitación y nos ven así? Desnudos, sucios y oliendo a leche de mi nabo?
- Pues hacemos así y ya no pueden entrar. - Le dije echando el cerrojo.
- No sabía que tenías cerrojo. Yo no tengo.
Yo sonreí y me volví a tumbar a su lado. Nos quedamos horas mirándonos fijamente, sonriéndonos. Y no fueron dos, fueron cinco y algunos minutos.