Le doblo la edad y sin embargo...
Fecha: 08/09/2025,
Categorías:
Sexo con Maduras
Autor: Adriana, Fuente: CuentoRelatos
... clítoris, separó los labios de mi vagina y la introdujo dentro de mí… en síntesis, me volvió loca y me hizo tener el primer orgasmo de la noche. Grité como una desesperada mientras sentía que se mojaban hasta mis muslos.
Era mi turno. Lo tiré en el sillón, le quité rápidamente los pantalones y los boxers, y quedó a la vista una verga maravillosa. Gruesa, de cabeza abultada, con las venas marcadas, y en la base dos huevos grandes y pesados. Uff. La tomé con mi mano por la base y comencé a lamerla con entusiasmo. Me gusta hacerlo, y sé que lo hago bien. Los gemidos de Gabriel me confirmaban que lo estaba disfrutando muchísimo. Chupé con entusiasmo, con pasión, con ganas. Después de tanto tiempo volvía a tener un pene en mi boca y eso me ponía feliz. Y muy caliente. Gabriel susurró “jamás una mujer me la chupó así, es maravilloso”. Tomó mi cabeza y empezó a mover sus caderas, cogiéndome la boca hasta hacerme ahogar. “Trágala toda, que te entre toda”, decía una y otra vez.
Fuimos corriendo hasta mi dormitorio, mi vestido voló por el aire igual que su camisa y nos tiramos en la cama. Allí hicimos un 69 espectacular, me pasé su verga por toda la cara, la chupé hasta dejarla dura y brillante. Después me senté sobre ella dándole la espalda a mi amante. Uy, fue maravillo sentir ese tronco duro y grueso deslizarse dentro de mi vagina mojada. Lo cabalgué con furia, me clavé una y otra vez su verga en la concha hasta sentir que me la hacía arder. Gabriel me sujetaba por las ...
... nalgas, las abría y cerraba y las volvía a abrir todo lo que podía.
Estábamos muy calientes los dos. Después me hizo girar hasta que quedé de frente a él y mordió mis tetas mientras yo seguía mi cabalgata enloquecida. “Sos la mejor hembra que me he cogido”, decía Gabriel. “Ya sabía yo que las veteranas son las más calientes, y ahora lo puedo comprobar”.
Fue un polvo bestial y en todas las posiciones. No sé en qué momento quedé con la mitad inferior de mi cuerpo sobre la cama y la cabeza, los brazos y las tetas apoyadas en el piso alfombrado de la habitación. Gabriel se puso detrás de mí y me penetró en esa forma. Volvió a abrir mis nalgas y me hundió un dedo en el ano. Ah, me hizo gritar. Y cuando sentí que sacaba su verga de mi vagina y la dirigía hacia mi ano le dije que esperara, que se detuviera, que no estaba preparada. No es que sea virgen de allí, he practicado mucho el sexo anal (a mi ex marido le apasionaba) pero siempre bajo ciertas condiciones que Gabriel no pensaba respetar.
El chico apoyó la ancha cabeza de su pene en mi agujerito y empezó a empujar. Lancé un grito de dolor. “Gabriel, por favor no”, imploré. Pero él estaba más entusiasmado que nunca. “Te voy a hacer el culo mi amor, es mi sueño. Vas a sentirla cómo te entra milímetro a milímetro”.
Y vaya si la sentí. Esa barra de carne durísima y gruesa fue penetrando en mi esfínter poco a poco, sin que yo pudiera evitarlo. Además, generalmente cuando tengo sexo anal yo pongo un tope: con mi mano apoyada en ...