Confinados y al límite
Fecha: 14/09/2025,
Categorías:
Hetero
Autor: MadBot, Fuente: TodoRelatos
Era un puto lunes de mierda, marzo de 2021, en plena pandemia del COVID. Madrid estaba más muerto que el coño de una momia, con las calles vacías y ese rollo de peli apocalíptica cutre. Dani y Laura llevaban semanas encerrados en su piso de Carabanchel, unas dos habitaciones con vistas a un patio que apestaba a fritanga. Dani, 32 tacos, con barba de tres días y un cuerpo decente porque se curraba flexiones en el salón, trabajaba desde casa para una empresa de software que le tenía los huevos pelaos con tantas reuniones por Zoom. Laura, 28 años, con el pelo castaño largo, un culo que quitaba el hipo y unas tetas que ponían cachondo a cualquiera, estaba en el paro desde que el bar donde curraba de camarera echó el cierre. El aburrimiento la tenía hasta los ovarios, y el encierro le estaba subiendo la libido por las nubes.
Esa mañana, Laura se despertó con un calentón de los que te hacen apretar las piernas hasta que duelen. No sabía si era por un sueño guarro donde Dani la empotraba en la ducha, con el agua cayéndole por las tetas, o porque el encierro la tenía con las hormonas en modo festival. Se puso una camiseta vieja de Dani, que apenas le tapaba el culo, y unas braguitas negras de encaje que sabía que lo ponían como una moto. Mientras se hacía un café en la cocina, escuchó a Dani en el salón, preparándose para una vídeollamada chunga con unos clientes yanquis.
-Joder, qué coñazo, estos tíos son unos plastas-, gruñó Dani mientras conectaba el portátil.
Laura, ...
... desde la cocina, lo miró y se le hizo la boca agua. Dani estaba sentado en la mesa del comedor, con una camisa azul bien planchada para parecer profesional, pero como la cámara solo le pillaba de cintura para arriba, abajo iba en bóxers grises de algodón, de esos que se le pegaban a los muslos y marcaban paquete. Estaba en plan machote relajado, con las piernas abiertas, sin sospechar la que le iba a caer. Laura sonrió con malicia, pensando: -Voy a joderle la reunión, pero bien-.
Se acercó al salón de puntillas, descalza, para no hacer ruido. Dani ya estaba en la vídeollamada, hablando en inglés con dos tíos trajeados que parecían sacados de una peli de Wall Street. -Yes, we’re confident the new system will boost efficiency by at least 20%…- Su voz sonaba seria, de ejecutivo, pero Laura sabía que eso iba a durar menos que un polvo rápido.
La mesa del comedor era grande, de madera, con un mantel que colgaba un poco por los lados, perfecto para su plan. Laura se puso a cuatro patas, sintiendo el suelo frío contra las rodillas, y gateó sigilosa hasta meterse debajo de la mesa, justo entre las piernas de Dani. Desde ahí abajo, veía los bóxers marcando un bulto decente, aunque la polla aún no estaba dura. Se mordió el labio, notando cómo se le empapaba el coño solo de pensar en lo que iba a hacer.
Con las manos apoyadas en el suelo, deslizó los dedos por los muslos de Dani, que dio un respingo leve pero siguió hablando. -The integration phase should be seamless…- Laura notó ...