La linea cruzada P2
Fecha: 18/09/2025,
Categorías:
Dominación / BDSM,
Autor: Andreitha, Fuente: TodoRelatos
... contenidas, y supe que los amigos de Carlos estaban allí, observándome.
—Perfecto —dijo Carlos, su voz cerca de mí—. Ahora, Elena, quiero que uses tu boca para complacerme.
Sentí su mano en mi cabello, guiándome hacia algo duro y caliente. Reconocí su sabor, su aroma, y sin pensarlo dos veces, envolví mis labios alrededor de su miembro, sintiendo su dureza contra mi lengua.
—Así se hace —murmuró Carlos, su voz ronca de placer—. Mis amigos están impresionados, Elena. Les encanta cómo te entregas a mí.
La idea de que me estuvieran observando, de que vieran cómo complacía a Carlos, me hizo sentir una ola de excitación. Mis movimientos se volvieron más desesperados, más ansiosos, mientras escuchaba los susurros y las risas de los hombres a mi alrededor.
—Ahora, Elena —dijo Carlos, su voz firme—, quiero que te toques para ellos. Muéstrales cuánto te excita ser nuestra sumisa.
Con una mano aún ocupada con Carlos, llevé la otra a mi sexo, sintiendo mi humedad. Mis dedos se movieron con desesperación, buscando alivio, mientras los gemidos escapaban de mi boca.
—Eso es, preciosa —susurró Carlos, su voz llena de aprobación—. Les encanta verte así, tan entregada, tan húmeda y deseosa.
La habitación estaba llena de sonidos: mis gemidos, los susurros de los hombres, el ritmo constante de mi mano contra mi sexo. Me sentía como si estuviera en un sueño, un sueño erótico y prohibido del que no quería despertar.
—Ahora, Elena —dijo Carlos, su voz cortando a través ...
... de mi niebla de placer—, quiero que te levantes y te acerques a la cama.
Me puse de pie, tambaleándome ligeramente, y sentí las manos de Carlos guiándome. Me empujó suavemente hacia adelante, hasta que sentí la cama contra mis piernas.
—Acuéstate —ordenó, y obedecí, sintiendo la suavidad de las sábanas contra mi piel—. Abre tus piernas para nosotros, Elena. Muéstrales a mis amigos lo que tienes para ofrecer.
Con las mejillas ardiendo, abrí mis piernas, exponiéndome por completo. Escuché los susurros, los sonidos de aprobación, y supe que me estaban mirando, que me deseaban.
—Perfecto —dijo Carlos, su voz llena de satisfacción—. Ahora, mis amigos, es su turno.
Sentí manos en mi cuerpo, tocándome, explorándome. Una boca se cerró sobre mi pecho, mientras otra se movía hacia abajo, hacia mi sexo. Gemí, sintiendo el placer abrumador, mientras las manos y las bocas de los hombres me reclamaban.
No sabía quién era quién, pero no importaba. Lo único que importaba era el placer, la sensación de ser deseada, de ser poseída por estos hombres. Me entregué a ellos, dejando que me tocaran, que me besaran, que me llenaran de placer.
Y en el centro de todo estaba Carlos, mi amo, guiándome, controlando cada aspecto de la experiencia. Su voz era mi ancla, su toque mi guía, mientras me llevaba a alturas de placer que nunca antes había conocido.
Pero justo cuando estaba a punto de alcanzar el clímax, Carlos susurró en mi oído:
—No aún, Elena. Quiero que esperes. Quiero ...