1. Me chupan el coño en la carretera


    Fecha: 26/09/2025, Categorías: Sexo Oral Autor: Sarah Dafne, Fuente: CuentoRelatos

    ... mi coñito que ya estaba húmedo.
    
    Kev se quitó la playera azul que llevaba puesta, pero sobre su bermuda pude ver perfectamente el enorme bulto que seguramente estaba tan caliente como yo.
    
    No dijo nada, salió del auto y lo rodeó por el frente hasta abrir mi puertezuela. Me hizo bajar, y una vez fuera, me quitó el vestido y mis nalgas con el hilito de la tanga metidas entre ellas quedaron totalmente expuestas.
    
    Al principio aquella acción me hizo sentir pena, pero de inmediato una oleada de excitación consiguió remplazarla. Kev me miró un par de segundos, seguramente buscando algún vestigio de arrepentimiento, furia o miedo para detenerse, pero al no encontrarlo, me sujetó de la cintura y me recargó en el costado del auto.
    
    —¿Te gusta que te vean desnuda, verdad putita? —él sabía lo cachonda que me ponían sus insultos—. Vamos mami, muéstrame ese coñito rosa.
    
    Pasó sus dedos largos sobre el hilito de mis nalgas y comenzó a retirarlo poco a poco hasta que finalmente estuvo fuera. Pero no se detuvo ahí, tiró de la parte delantera de la tanga y toda la tela se me metió entre mis labios vaginales. El orgasmo estaba a punto de consumirme.
    
    Finalmente me la quitó y mi coño perfectamente depilado sintió la brisa caliente. Sabiendo que sus bermudas quedaban por encima de sus rodillas, no le importó arrodillarse y montar mis piernas sobre sus hombros, a manera de que mi vagina quedara frente a su rostro.
    
    Comenzó a lamerme toda la piel; los labios y mi monte.
    
    —Qué ...
    ... rica estás —dijo y volvió a lamberme—. Hinchadito como me gusta. Todo rosita y suave.
    
    Su lengua se introdujo dentro de mi orificio y comenzó a moverse dentro de mí. Tan rico que me agarré mi propio cabello y comencé a gemir.
    
    Él entraba y salía, chupando y lambiendo toda mi parte carnosa. ¡Qué delicia! Su lengua se detenía en mi clítoris y pulsaba hacia arriba y hacia abajo, moviéndola y enloqueciéndome más y más.
    
    —¿Te gusta? —me preguntó.
    
    —Sí papi, qué rico. No pares, ¡Aaah! ¡Qué rico!
    
    —Qué zorrita te estás poniendo, una zorrita muy caliente.
    
    Mis gemidos aumentaron su fuerza, mis manos no podían estar quietas y en un momento le ayudé, moviendo mi campanita y entrando en mi hoyito junto con su lengua. Las manos de él apretaban mis nalgas y uno de sus dedos le estaba dando vueltas a mi ano. Delicioso. Moría de ganas por ver qué tan parada tenía la verga. Seguramente estaba riquísima, y esas bolas que adoraba cuando me las ponía en la cara.
    
    Finalmente el estremecimiento me alcanzó, mi flujo salió disparado a él y Kev se lo bebió hasta la última gota. Qué bueno que se había quitado la playera, de lo contrario habría quedado totalmente empapada.
    
    —Ahora es mi turno, vamos hermosa, abre esas piernitas.
    
    Con trabajos conseguí ponerme de pie, las piernas me temblaban y sentía cómo la temperatura volví a llenarme el cuerpo. Kev abrió la puerta del copiloto y me ayudó a sentarme. Abrí mis piernas y mi coñito todavía palpitando y todo rosita quedó ante su mirada ...