1. Un vecino de aúpa (1)


    Fecha: 05/10/2025, Categorías: Hetero Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... prismáticos, observaba con deleite y todo detalle su hermoso cuerpo i fantaseaba sobre su pene, grueso y venoso, que podía ver casi al natural a través de la ligerísima tela del tanga. Y así media hora más hasta que… Hasta que… Joder! Un poco más y caigo de emoción. Apareció por la dichosa puerta de mis sueños un negro, negro, negro, cubierto únicamente por un tanga blanco sedoso que apenas podía contener su enorme miembro. Y en reposo! El vecino se tumbó boca abajo, mientras el negro, arrodillado al lado de la tumbona, empezaba a untarlo con una crema blanquecina. Brazos, piernas, espalda y culo. Nada escapaba a los ágiles y duros dedos. Me fijé que elevó casi con cariño la fina tira posterior del tanga para introducir sus dedos entre los cachetes y masajear detenidamente la zona perineal.
    
    Luego, mi vecino se giró. Mi vista se dirigió, obviamente, hacia su pene, enormemente hinchado bajo el fino triángulo anterior del tanga. El negro volvía a aplicar la crema blanca a brazos, piernas y torso de mi satisfecho vecino moviendo con agilidad manos y dedos por toda la piel. Me fijé que sus manos se introducían por los laterales de la braga para masajear el escroto. La consecuencia directa era el aumento notable de tamaño del pene, muy excitado por toda la manipulación.
    
    El negro extrajo de otro tubo una crema que me pareció incolora que usó para masajear el pene, siempre por debajo de la fina ...
    ... tela del tenga. Pienso que se trataba de un producto para retardar una más que probable inmediata eyaculación. El ritmo de la respiración de mi vecino había aumentado notablemente mientras sus dedos se agitaban como si quisiera proteger un sexo, el suyo, que ya no le pertenecía. Al cabo de unos minutos de manipulación, el negro separó la tela que cubría el pene y lo introdujo en su boca en un rápido movimiento. Des de la distancia podía apreciar el movimiento de la lengua del negro envolviendo prácticamente el sexo y estimulando sus centros sensitivos más recónditos. De aquí a la explosión de mi vecino pasó poco tiempo, a pesar de la crema, pues ya estaba muy a punto para el previsible final feliz. Su cuerpo se estremeció con fuerza mientras con la mano izquierda agarraba el miembro del negro cubierto por la seda del tanga. El chico debía estar muy a punto porque noté como se agitaba mientras tragaba el semen de mi vecino. Aquella fue una explosión casi simultánea que me dejó anhelante y con la boca seca.
    
    La visión me había hinchado enormemente mi pene, que pugnaba por abandonar su fino contenedor celeste. No tuve más remedio que llegar también a improvisar un orgasmo rápido para liberar mi tensión por todo lo que acababa de ver. En la terraza de enfrente, los dos protagonistas de mi visión ya se dirigían hacia la puerta, no sin antes saludarme con la mano y dejarme completamente cortado. 
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