Madre desolada
Fecha: 12/10/2025,
Categorías:
Incesto
Autor: ventura, Fuente: TodoRelatos
... Me había volcado a él desde su nacimiento, con ayuda de mis padres, y nunca me había defraudado. Era una maravilla de hombre y una suerte tenerlo a mi lado.
No pude por menos que corresponder a ese beso recibido con un abrazo y besarle también en la mejilla, pero sorpresa, a este beso le siguió otro nuevo de su parte, aunque esta vez fueron mis labios quien lo recibió y no fue un beso fugaz. Nuestros labios se mantuvieron unidos varios segundos hasta que reaccioné y me deshice de esa unión. No sabía que decirle ante ese arranque tan inesperado. Mi hijo fue el que se adelantó.
-El besarte en los labios ha sido para que sepas que eres una mujer deseable y que todo esa amargura que llevas encima la dejes de lado. A mí me tienes siempre para ayudarte a que desaparezca.
¡Madre mía!, si me pinchan no me sacan ni una gota de sangre. Mi hijo se prestaba a poner fin a mis desasosiegos. ¿Hasta dónde?
-De verdad hijo mío que agradezco tus palabras y no te preocupes que en tu compañía me encuentro muy bien.
-¿Y si esta compañía también te sirve para liberarte de esa angustia?
-No sé lo que quieres decir –le dije porque no llegaba a entender hasta donde quería llegar.
-Es fácil de entender: quiero que veas en mí un hombre con el cual puedes, si quieres, llegar a dejar de lado eso que te sucedió esa noche.
¡Ay madre!, si le entendía bien quería que le permitiera poseer mi cuerpo. Era algo impensable, pero de mi boca ya no salió esa expresión de hijo mío a la que ...
... estaba acostumbrada.
-¡Raúl, que yo soy tu madre!
-Desde luego y también se que eres una mujer adorable y además con un cuerpo más que apetecible.
Sí que era verdad el conservarme bien y según me decían algunos, no aparentaba los treinta y nueve años que tenía sino que parecía mucho más joven. Seguramente eran adulaciones para ver si me prestaba a sus apetencias, pero ni ganas tenía yo de relacionarme con ningún hombre.
¡Y ahora, qué hacía! Mis pensamientos se cortaron porque ante mi silencio, Raúl se acercó a mí y fundió sus labios en los míos en un beso prolongado que yo no puse ningún impedimento. Desde luego a sus veintiún años se notaba el tener experiencia en esos lances, chicas no le faltaban para practicar. Sí que, sentí ser un beso suave, con ternura, lleno de emoción. Me estaba quedando pasmada.
¡Pero que me ocurría!, aunque sintiera dentro de mí algo distinto, no dejaba de ser mi hijo. Mi deber era frenar esa agradable sensación y mis labios se separaron de los suyos. Mirándole fijamente no sabia como decirle que no siguiese con esas muestras de cariño y me dirigí a él, pero no se como de nuevo el pronunciar hijo mío no salio de mi boca sino su nombre.
-Raúl, no creo.... –me cortó de inmediato para argumentar.
-Mira, mi querida y adorable Marta, lo que debes creer es que está en tu mano el romper ese mal sentir que tienes en tu cuerpo por lo que te sucedió. Yo te veo como una mujer envidiable y me gustaría ser ese hombre que rompa ese mal sentir, ...