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El paraíso del cornudo (extracto 5)
Fecha: 19/10/2025, Categorías: Infidelidad Autor: Abel Santos, Fuente: TodoRelatos
EXTRACTO DE MI NUEVA NOVELA "EL PARAISO DEL CORNUDO" ................. Me tomé el café de máquina que me había rechazado Macarena y me dispuse a trabajar sin levantar la cabeza del ordenador. El informe estaba muy avanzado, lo que quedaba era ya pan comido, en un par de horas sería historia. Cuando el dichoso trabajo estuvo terminado, miré el reloj de pared. Marcaba las 23:15, me había retrasado unos minutos de mi objetivo, pero me sentí feliz. Solo me faltaba repasar la ortografía y podría enviarlo por correo. Después, a casita a dormir algunas horas. Respiré profundo y decidí hacer un inciso. Leer un informe al instante de haberlo terminado no es lo prudente, todo el mundo lo sabe. Lo conocía de memoria, por lo que al leerlo pasaría por alto algunas erratas que afearían el resultado final. Mejor descansar unos minutos. El tiempo de otro café. Me dirigía hacia la máquina de vending cuando me acordé de Marcos y Macarena. ¿Qué sería de ellos? ¿Estarían concentrados en el trabajo o con la calentura de la chavala y las ganas que le tenía mi amigo se encontrarían estancados? Había una forma de averiguarlo: pasarme por la sala donde trabajaban. No tenía ni idea de qué sala se trataba, solo sabía que se encontraba en la planta superior a la mía. Pero tampoco había tantas salas por planta, y a aquella hora bastaría con buscar la que estuviera iluminada. Saludé por la escalera al guarda de seguridad que me pidió la tarjeta de la empresa. Así lo hice y tras ...
... darme el Ok nos separamos. Segundos después llamaba a la puerta de la única estancia que aún tenía luz. —Adelante —oí decir a una voz que no reconocí. Debía de tratarse de Antón, supuse. Asomé la cabeza y al ver que estaba solo, me quedé parado. —¿No están contigo Marcos y Maca? —pregunté. Ciertamente, sobre la gran mesa había dos ordenadores, aparte del de Antón, ambos rodeados de multitud de folios con frases escritas a mano. La parejita no debía de estar muy lejos. —No… no están… aquí —tartajeó Antón. —Pero, ¿se han ido ya a casa? —insistí. El bueno de Antón necesitaba un empujoncito para responder algo más que monosílabos. —No… a casa no… —aclaró—. A tomar… un ca-café… Hice memoria del camino que había recorrido desde el descansillo de las escaleras hasta aquella sala. El rincón de las máquinas de café se hallaba a oscuras y solitario. Si estaban tomando café, allí desde luego no habían ido. —En la máquina de café no están… —le aclaré—. ¿Sabes si han ido a un bar de fuera del edificio? —Sí… puede… —replicó el chaval. Aunque decir chaval era decir mucho, porque el mocetón los veinticinco ya no los cumplía. —¿Puede…? —Sí… puede… porque Marcos… llevaba las… las llaves del co-coche… De pronto se me encendió una lucecita. Recordé las palabras de Marcos: «te inventas cualquier excusa y nos la follamos a medias». ¡Eureka! Estaba claro: lo de ir a tomar café era la excusa que se había buscado Marcos para Antón. Mi amigo se había llevado a ...