Mi esposo me entregó a su mejor amigo
Fecha: 22/10/2025,
Categorías:
Sexo en Grupo
Autor: Jenny Hot, Fuente: CuentoRelatos
Comenzaré diciendo que mi esposo (Armando) y yo (Jenny) empezamos a ser novios desde los 18 años. Yo soy baja, mido 1,55 m y siempre he tenido una cintura y unas caderas pronunciadas, nalgas algo paraditas, lo que desde entonces hacía que los hombres volvieran la mirada cuando me veían.
Nosotros vivíamos en la ciudad de Monterrey y, desde el principio, comenzamos a mantener relaciones sexuales a escondidas. Yo le mamaba la verga hasta correrse, yo le pedía que terminara en mis pechos y, algunas veces, en mi boca. Luego aprovechábamos cuando la casa de alguno de los dos estaba sola para irnos a hacer nuestras cosas.
Cuando nos casamos, a los 19 años, nuestro sexo siempre fue muy rico y muy abierto, pues siempre complacía sus deseos.
Después de que nació nuestro primer hijo, nos mudamos al pueblo donde nació mi esposo, pues le ofrecieron trabajo.
Ya en su pueblo, comenzamos a convivir con los amigos de mi esposo. En el sexo, él comenzó a tener fantasías, pues me preguntaba si me gustaría tener sexo con alguno de sus amigos, algo que nunca se me ocurrió. Cada vez que teníamos sexo, me hacía esas preguntas y yo le decía que sí. Después de terminar, le decía que estaba loco. Así pasaron algunos años y nacieron nuestros otros dos hijos. Después de eso, él seguía insistiendo con esa idea y, como teníamos Sky, contratamos el servicio de adultos y comenzamos a ver películas en las que salían mujeres con dos hombres y me preguntaba si me gustaría estar así, lo que hacía ...
... que tuviéramos sexo muy rico.
Después nos cambiamos de casa y nos fuimos a vivir al lado de donde vivía uno de sus mejores amigos con su mujer. Nos llevábamos muy bien. Efra, el amigo de Armando, siempre fue respetuoso conmigo, pero yo notaba que me miraba cuando pasaba, porque compartíamos el mismo porche de enfrente y el patio trasero donde se guardaban los coches. Era una casa dividida en dos. Eso hizo que nuestra convivencia fuera más fácil y entráramos en confianza.
Como él me seguía preguntando si me gustaría estar con dos a la vez, le dije que sí. Cuando me preguntó quién me gustaría, le contesté que Efra, su mejor amigo. Yo sabía que él me veía cada vez que podía; se me quedaba viendo las nalgas y así pasó algún tiempo hasta que una noche los escuché regresar con sus otros amigos. Los escuché hablar en la sala y, después de un rato, entró Armando en el cuarto. Me levanté y le dije que iba a la sala a por agua para los biberones.
Me besó y me dijo:
—Sí, está bien. Y se regresó. Para ir a la cocina yo tenía que pasar por la sala.
Yo, que por entonces tenía 25 años, acostumbraba a dormir con un short de licra que me quedaban justo debajo de las nalgas y un top negro.
Cuando entré, me sorprendió ver a Efra sentado en la sala. Algo nerviosa, lo saludé y me dirigí a la cocina. Tomé una jarra de agua y regresé a la habitación. Al pasar por la sala, Armando me detuvo, me abrazó por la espalda y me dijo al oído:
—Te tengo una sorpresa.
Yo miré a Efra y me ...