-
Solo Obedece
Fecha: 22/10/2025, Categorías: Dominación / BDSM, Autor: AndyStories, Fuente: TodoRelatos
Llevábamos seis meses de relación. Una relación muy linda: hablábamos todos los días, salíamos de vez en cuando y el sexo era buenísimo. Siempre quedaba satisfecha con él; no era tan dotado, pero sabía cómo usar lo que tenía. Pero yo buscaba algo más. Aún no tenía la confianza para mostrarle mi otro lado. Ese lado más salvaje. Ese lado que asustaría a más de uno. Pero creí que era tiempo de liberarlo. Esa tarde, estábamos en mi casa. Lo había invitado a ver unas películas y comer algo rico. Una cita más… pero yo tenía planeado algo diferente. Estábamos en la sala, viendo la televisión, recostados y tapados por una cobija. Entonces empecé a ser muy cariñosa con él: besaba su cuello, acariciaba su cara, y recorría su torso con la otra mano. Él empezó a tocarme también; sabía lo que significaba cuando me ponía así. Nos fuimos a mi cuarto, y cerré la puerta. Me miró con curiosidad cuando lo hice recostarse sobre la cama sin decir una palabra. —¿Qué pasa? —preguntó, sonriendo. Yo no respondí. Solo lo miré en silencio mientras sacaba una venda negra y unas cuerdas de seda de mi cómoda. Sus ojos se iluminaron de deseo. —¿Vamos a jugar? —No —le dije, acercándome—. Vas a obedecer. Le quité la camiseta, até sus muñecas con las cuerdas y, después, con delicadeza, cubrí sus ojos con la venda. Podía ver cómo se tensaba, cómo su respiración se volvía más profunda. Estaba completamente a mi merced. Y él lo sabía. —Esto es nuevo —dijo. —Y lo vas a ...
... disfrutar —le respondí. Me deslicé entre sus piernas, con movimientos lentos, provocadores. No podía verme, pero lo sentía todo. Fui subiendo hacia su cara; mis labios apenas rozaron su abdomen. Mis uñas dejaron un rastro suave por sus brazos. Lo escuché soltar un gemido bajo. —No te muevas —le susurré al oído. Noté su erección por encima del pantalón. Entonces lo descubrí por completo, y ahí estaba: duro, fuerte, totalmente vulnerable frente a mí. Abrí la boca y lo besé suave, con la lengua apenas recorriendo el contorno. Se arqueó un poco, pero no podía tocarme. Solo sentir… y esperar. Lo metí entero en mi boca, y cuando intentó empujar hacia mí, me detuve. —No te atrevas a moverte —dije, con voz baja y firme. Volví a lamerlo, saboreándolo, con movimientos rítmicos y calculados. Mis manos lo acariciaban despacio, jugando con su resistencia. Lo escuchaba gemir, suplicar casi en silencio. Temblaba. Estaba a punto de terminar. Entonces me detuve. —Si te portas bien, te dejaré correrte —le dije al oído, rozando sus labios sin besarlo—. ¿Te parece justo? Él asintió en silencio. Volví a bajar, esta vez sin piedad: más profundo, más rápido. Su cuerpo entró en tensión. Sus caderas se sacudían sin control, y cuando ya no pudo más… —Por favor —gimió—. Déjame… Me detuve en ese instante. Estaba agitado, jadeando, con el pecho alzándose como si buscara aire. Me quité la ropa y me senté sobre él. Le acaricié la mejilla, mientras su respiración ...