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El dueño Parte 1
Fecha: 28/10/2025, Categorías: Infidelidad Autor: Lanfasone1, Fuente: TodoRelatos
EL DUEÑO Parte 1 Recuerdo con todo detalle la primera vez que vi a la que luego sería mi esposa. Fue a través de la televisión, el 29 de mayo de 1994. _Como grita la zorra esta, parece que se la están follando cada vez que golpea la pelotita_ dijo José, mi amigo de aquel entonces con quien compartíamos piso. Yo tenía 24 años y estaba a punto de sacar mi título de abogado. Como desde el más allá, iba recabando los datos que daba el relator del partido, Irina Schmolenko, 18 años, número 40 del ranking de la WTA, primera vez que llegaba a tercera ronda de Roland Garros, viniendo desde la qualy. Recuerdo su gesto de concentración, como fruncía el ceño, la pollerita danzando por el viento, las piernas poderosas, agiles, fuertes, musculadas, los miembros largos y flexibles. Era de una belleza estremecedora y no pude evitar enamorarme en cuanto la vi. Es difícil de contar estas cosas hoy en día, pero en esos tiempos sin internet, a menos que saliera corriendo a comprar alguna revista que hablara de ella, solo podía enterarme de lo que decían en la tele. Que era bielorrusa, de Minsk, que había sido campeona juvenil de no sé qué torneo y que su entrenador era su propio padre, al que las cámaras enfocaban de vez en cuando, un hombre calvo de gesto torvo y grandes bigotes que tenía pintas de ser luchador tártaro y agente de la KGB. Recuerdo el gesto de dolor de Irina, su contrariedad, su rostro serio, sin atisbo de una sonrisa, el rictus tenso cuando ...
... saludó a Arantxa Sanchez Vicario, luego de perder el partido. Pero de la noche a la mañana pasó a ser una celebridad, era demasiado hermosa y vi su rostro bastante seguido en televisión y revistas los días siguientes a su derrota, que para ella fue una especie de victoria. Tenía una cara de rasgos fuertes y afilados, un óvalo perfecto lleno de simetrías y perfecciones y miniaturas, los ojos celestes, profundos, un poco rasgados, casi sin vida real en su perfección, el gesto frio, nunca sonreía, lo hacía cuando no tenía más remedio y era una sonrisa forzada. Medía 1,75 y todo ella era flexible y fuerte a la vez y pronto comenzaron a aparecer fotos de ella en las revistas y las primeras publicidades y anuncios, principalmente de calzado deportivo y por alguna foto un poco más sugerente comprendí que además tenía unos pechos plenos y grandes, unas tetazas de campeonato que cuando jugaba al tenis parecía fajárselas para parecer menos tetuda de lo que era en verdad. Hacia solo cinco años de que había caído el muro de Berlín y la curiosidad que sentíamos todos por la vida en los países de Europa del Este era muy marcada, exagerada y llena de morbo y por supuesto morbo por las mujeres, misteriosas, bellísimas y en cantidades industriales, basta echarle un vistazo al porno de aquella época y la explosión que fue todo aquello. Me convertí en un fan devoto de Irina y compraba todas las revistas que se publicaban sobre ella, pronto comencé a conocer detalles de su vida, que su ...