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Definitivamente, el ser seminarista no era mi vocación, ni mi destino….
Fecha: 01/11/2025, Categorías: Dominación / BDSM, Gays Transexuales Autor: Martehijodejupiter, Fuente: SexoSinTabues30
Cuando cumplí los veintiún años, estaba a punto de ingresar al Seminario, aunque reconozco que no tenía vocación alguna, lo iba hacer, porque mis padres ya así lo habían decidido. Por suerte mis padres, se fueron de viaje en un crucero por unos quince días, momento en que aproveché para hacer cosas que nunca había hecho, como salir de noche, acostarme tarde, y hasta atreverse a tomar una cerveza. Pero lo cierto es que ni amigos tenía con quien salir, y tampoco tenía mucho dinero como para entrar a un bar, y pedir una cerveza, aunque la realidad es que no sabía cómo hacerlo, así que me conformé con ponerse a caminar, por las calles sin rumbo fijo, pero cuando comenzó anochecer, decidí regresar a mi casa. Fue cuando por pura casualidad, pasé frente a la tienda, en la que mi madre, acostumbra a comprarme mi ropa, justo cuando el dueño, iba saliendo, al verme de inmediato me saludó muy cordialmente, y hasta me preguntó por mi madre. Le dije que mis padres se encontraban de viaje, por lo que luego que cerró la tienda, nos fuimos juntos caminando, y charlando, en cierto momento le comenté que, aunque no lo pareciera, en esa semana ya había alcanzado la mayoría de edad, y que como estaba solo en casa, me había provocado salir a caminar. El dueño de la tienda se alegró, y sin que se lo pidiera me invitó a tomarnos unas cervezas, para celebrar eso, de inmediato acepté con mucho gusto, pero de enseguida le comenté que no tenía dinero suficiente, por lo que fue él quien insistió en que ...
... yo era su invitado. Así que nos fuimos a un bar cercano, pero apenas entramos, el dueño me dijo que no podía entrar, por lo que mi acompañante, le preguntó la razón, y nos dijo. “No quiero que me cierren el bar, por dejar entrar a un menor de edad”. De inmediato, él le dijo. “Pues te equivocas, él es uno de mis mejores clientes, y estamos celebrando que ya cumplió los veintiunos en estos días. Además, míralo bien, ya no es un niño, es todo un hombre.” Al tiempo que le dijo eso, a mí me pidió que me diera una vuelta, lo que él de inmediato hice. Ignorando que mi acompañante, sin que yo me diera cuenta, le mostraba mis nalgas al dueño del bar, cosa de la que me enteré mucho tiempo después. Quien, riéndose, nos dijo. “Está bien, quédense. Pero eso si para consumir, no para quedarse viendo a la mesera”. Así que nos sentamos en una de las mesas, y él pidió un par de cervezas, y a medida que fuimos hablando de todo un poco, y preguntándome que si yo tenía novia. Le conté que mis padres no me dejaban, por lo del seminario, y así seguimos charlando, y bebiendo, luego de ya habernos bebido como cinco o seis cervezas, el dueño de la tienda de ropa pidió la cuenta, y el del bar por cuenta de la casa, nos sirvió un fuerte trago, que yo inocentemente me tomé como si fuera agua. Por lo que cuando salimos del bar, comencé a sentirme sumamente mareado, tanto que hasta vomité en el medio de la calle, ensuciando mi ropa, pero cuando me vine a dar cuenta, en lugar de estar llegando a mi casa, ...