-
Definitivamente, el ser seminarista no era mi vocación, ni mi destino….
Fecha: 01/11/2025, Categorías: Dominación / BDSM, Gays Transexuales Autor: Martehijodejupiter, Fuente: SexoSinTabues30
... nos encontrábamos entrando en su casa. Fue cuando fácilmente me convenció, al decirme que mejor entrabamos primero a su casa, para que me limpiase, y descansara, y que no llegase borracho a mi casa, no fuera a ser que alguna vecina me viera, bebido y luego se lo contase a mis padres. Ya dentro de su casa, me ayudó a quitarme casi toda mi ropa, y de inmediato la puso a lavar, yo que aún me sentía mal, cuando me fui a recostar, me volvieron a dar ganas de vomitar, y por suerte tuve tiempo de llegar al baño. Donde después de que voté todo, él abrió la ducha, para que me refrescase, así que ya estando bajo la ducha, de momento el dueño de la tienda comenzó a ir pasando un jabón por mi espalda. Pero como yo estaba aún algo mareado, tanto que tuvo que buscar apoyo en la pared, sin llegar a decir nada, él continuó pasándome el jabón por todo mi cuerpo, incluso entre mis nalgas, sin que me opusiera o dijera nada. Además, me sentía tan bien, que me quedé callado, mientras que aquella agua medio caliente, continuaba cayéndole por sobre todo mi cuerpo, fue al rato que me di cuenta, cuando me pidió que separase las piernas, de que mi anfitrión estaba tan desnudo como yo, y que se encontraba de tras de mí, bajo la ducha, al mismo tiempo que con sus manos continuaba enjabonando mis nalgas, mis testículos, y hasta mi pequeño pene. Debido a lo borracho que me encontraba, sencillamente le obedecí, separando un poco mis piernas, en ese momento con sus dedos enjabonados, además de estar ...
... pasándolos por entre mis nalgas, los comenzó a ir introduciendo uno, a uno dentro de mi cuerpo, una y otra vez, sin que yo protestase, o me opusiera a que lo siguiera haciendo. Es más, eso lejos de incomodarme, más bien me agradaba, al punto, que después de un corto rato, mientras continuaba apoyado contra la pared de la ducha, me dediqué a mover de lado a lado mis caderas, gimiendo y disfrutando de todo lo que él me hacía, a medida que él seguía introduciéndome casi toda su mano, entre mis nalgas. Fue cuando me preguntó, en un tono de voz bien suave, y calmado. “Si dejas que te penetre.” Realmente, no dije ni que sí, ni que no. Pero al extraer sus dedos de mi cuerpo, y de inmediato comenzó a ir penetrándome lentamente mi esfínter, en ese instante, me quedé como paralizado, a medida que su miembro continuaba penetrándome, hasta que mi cuerpo y el del se unieron. Sus manos me tomaron por la cintura, apretándome con fuerza, y sintiendo como mis nalgas se tragaban toda su verga, la que comenzó a entrar y salir de mi cuerpo una y otra vez, sin que yo dijera, o hiciera algo para evitarlo, o detenerlo. Lo único que hice fue volver a ponerme a menear mis nalgas, a medida que él no paraba de meter y sacar su verga de mi apretado culo, yo no dejaba de mover mis nalgas, y de gemir profundamente a medida que él seguía empujando una, y otra vez toda su verga dentro de mi cuerpo. A cada rato me decía, lo rica que estaba mi apretado culito, al tiempo que ocasionalmente con su boca, dientes, o ...