1. La parcela de mi abuelo


    Fecha: 05/11/2025, Categorías: Dominación / BDSM, Incesto Sexo con Maduras Autor: juamedx., Fuente: SexoSinTabues30

    Mi nombre es Mari, actualmente tengo 30 años, vivo en Yucatán, México; lo que voy a contar a continuación son sucesos que pasaron en mi niñez.
    
    Parte 1 Nací y crecí en un pueblo de Yucatán; la casa donde vivía en ese entonces se encontraba en las afueras del poblado, por lo cual en ese entonces teníamos muy pocos vecinos. Vivíamos con mis abuelos; mi mamá a los 6 años me abandonó, pues conoció a una persona que le endulzó el oído y se fue con él, por lo tanto me quedó el cuidado de mis abuelos. Mi abuela en ese entonces tenía 40 años y mi abuelo 45 años (mi abuela tuvo a mi mamá a los 17, y mi mamá quedó embarazada a los 16).
    
    Recuerdo que todo comenzó en la primaria, cuando tenía 10 años. Mi abuelo siempre ha sido un hombre del campo; es de esas personas que la mayor parte del día se la pasa en su parcela en el monte o cultivando algo del campo. Mi abuela, en cambio, era una mujer dedicada al hogar y muy sumisa con mi abuelo, pues él era muy machista.
    
    Mi abuelo a sus 45 años, era un hombre de tez morena, complexión algo gruesa, chaparrito, pelo ondulado y corto, siempre andaba sin camisa y con una gorra, se dedicaba al trabajo en el campo; Yo en ese entonces era de complexión media, algo gordita, igual chaparrita, morena, pelo lacio, con los pechos apenas en desarrollo y nalgona.
    
    Recuerdo que una tarde, llegando de la escuela, mi abuelo nos contó que unos borregos acababan de nacer. Emocionada, como cualquiera de la edad, estuve presionando para que me llevara a ...
    ... conocer a los animalitos. Al principio él decía que no, pero después, a los días, aceptó. Un día después de comer me preguntó si aún quería conocer a los animales; emocionada, le dije que sí. Me subió a su bicicleta y emprendimos el viaje hacia la parcela. Su parcela se encontraba a unos kilómetros del poblado, muy dentro del monte. Yo ya había ido con mi abuela a cosechar o a alimentar algún animalito. Al llegar, me llevó a los corrales, sacó a los bebés y me los dio para que me conocieran; los dejó al cuidado mientras él hacía otras labores.
    
    Al poco rato regresó, me dijo que ya había terminado y que quería descansar. Entramos al cuarto que había para resguardarse del sol; era una construcción de madera sin electricidad, apenas tenía una lámina que le servía como puerta y un agujero en la pared sin ventana, el cual tenía tapado con un trapo para que no entre el sol directo, y su piso era de cemento. No tenía baño; en la esquina de la construcción metía unas cubetas con agua para bañarse y las necesidades se hacían en el monte. En el interior tenía una hamaca para descansar, unas sillas y una mesa, además de herramientas de trabajo.
    
    Al entrar, él se quitó la camisa y se acostó en la hamaca. Me dijo que se encontraba muy cansado, insistió en que yo me acueste a su lado; era usual que él, al llegar a casa, se acueste conmigo o me abrace y me haga cariñitos, por lo tanto, nunca le vi nada malo. Me acosté a su lado y comenzamos a platicar de los animalitos; a los minutos, él ...
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