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Mi aventura con mi amiga
Fecha: 03/12/2025, Categorías: Intercambios Autor: Veressa, Fuente: TodoRelatos
Mi nombre es Gina, tengo 36 años, y mi mejor amiga se llama Mariana, de 34. Yo tengo una complexión delgada, con una silueta curvilínea y una cintura marcada que acentúa la forma de mi cuerpo. Mis piernas son largas y firmes, mientras que mis brazos, delgados y proporcionados, acompañan de manera natural cada uno de mis movimientos. Mi piel es clara y uniforme, lo que le da un aire suave y delicado a mi aspecto. Mi rostro se compone de facciones finas: pómulos definidos, nariz recta y labios llenos que resaltan mi expresión. Mis ojos, expresivos y profundos, se enmarcan con cejas delineadas que refuerzan la intensidad de mi mirada. Mi cabello, largo, liso y de tono rojizo, cae sobre mis hombros, envolviendo y completando la armonía de mis rasgos. Mi amiga tiene una figura armoniosa, con curvas bien definidas y una cintura que resalta su silueta. Su piel es clara y tersa, reflejando frescura bajo la luz natural. Posee un porte seguro y alegre, que se acentúa con su sonrisa amplia y expresiva. Su rostro está enmarcado por facciones suaves y equilibradas: pómulos delicados, labios carnosos y una mirada vivaz que transmite confianza. Lleva el cabello recogido, lo que realza aún más la forma de su rostro y la limpieza de sus rasgos. Mi relación con ella es algo especial: no solo somos mejores amigas, también somos amantes y compañeras sexuales. Con ella aprendí a masturbarme y a desahogar todas mis inquietudes relacionadas con el sexo; somos ...
... inseparables. Cuando yo consolidé una relación, ella también lo hizo. Sin embargo, nunca dejamos de compartir lo que sentíamos la una por la otra. En alguna ocasión planteamos la posibilidad de intercambiar pareja, ya que era algo que a ambas nos llamaba la atención; sin embargo, nunca se pudo concretar. Pasó el tiempo y Mariana terminó con su novio. Esto le afectó mucho, y yo no podía dejarla sola, así que planeé un viaje que pudiera mejorarle el ánimo, solo para ella y para mí. Ella no se negó, así que el plan quedó hecho. Nuestro destino era Zipolite. Habíamos escuchado que era un lugar paradisíaco, lleno de gente liberal, capaz de ofrecernos muchas experiencias inolvidables. El primer día que llegamos a Zipolite no pudimos conocer el lugar, ya que pasamos todo el día haciendo el amor. Nos dedicamos a lo que mejor sabíamos: consentirnos la una a la otra. Fue muy lindo y pasional. Al segundo día le propuse que buscáramos algo de acción con el sexo opuesto. Así que decidimos vestirnos con los trajes de baño más provocativos que teníamos. Yo llevaba puesto un bikini en tono verde oliva con bordes más oscuros. La parte superior consistía en dos pequeños triángulos de tela, sostenidos por finas tiras que se amarraban detrás del cuello y en la espalda, dejando gran parte de mi busto a la vista y realzando mis formas. La parte inferior era una tanga mínima, con un corte en “V” que subía por mis caderas y alargaba la figura de mis piernas. Apenas se sujetaba con cordones delgados a ...