1. El Calor de lo Prohibido


    Fecha: 09/12/2025, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Mentula, Fuente: TodoRelatos

    ... contra ella. Noté sus tetas, grandes, aplastándose en mi pecho. "Vamos arriba", jadeó, separándose un segundo. "Rápido".
    
    En el dormitorio, todo olía a ella. Mientras nos quitábamos la ropa como locos, vi el anillo de boda brillar en su mano. Lo dejó caer sobre la mesilla sin mirarlo. Verla desnuda fue… joder. Cuerpo de mujer de verdad. Tetas grandes con pezones oscuros, cintura ancha, culo redondo y unas caderas que invitaban a morder. Empecé por el cuello, chupando fuerte donde sabía que le gustaría. Ella gimió. Bajé a sus tetas. Se las chupé como si no hubiera mañana, mordisqueando los pezones hasta que los tuvo duros como piedras. "¡Sí, ahí!". Sus manos me hundían en el pelo.
    
    Bajé más. Besos por su cuerpo, notando cómo temblaba. Le abrí las piernas. Su olor allí era fuerte, caliente, a mujer mojada. Le metí la cara sin avisar. Ella gritó: "¡Javier!". Mi lengua encontró su clítoris enseguida, hinchado, palpitando. Se lo chupé como un caramelo, rápido, haciendo círculos. Noté cómo se tensaba, cómo levantaba las caderas para darme más acceso. "Así… sigue…". Sus gemidos eran cada vez más altos, más rotos. De repente, se agarró a las sábanas y soltó un grito ahogado mientras temblaba toda. "¡Me vengo!". Noté su flujo caliente contra mi boca. Tragué.
    
    Antes de que pudiera reaccionar, ella me empujó contra la cama. Bajó y sin decir nada, se tragó mi ...
    ... polla entera. Mamaba como una diosa. Con la boca bien húmeda, usando la lengua en la cabeza, bajando hasta que la tenía toda dentro. Me miraba con esos ojos verdes mientras lo hacía, como desafiándome. Las manos no paraban: una en mis huevos, masajeando, la otra en mi pecho. "Carmen, voy a…", avisé, intentando apartarla. Pero ella me agarró fuerte de las caderas. Negó con la cabeza, sin soltarme la polla de la boca, y mamó más fuerte, más profundo. Fue la puntilla. Exploté. Me corrí dentro de su boca a chorretones, sintiendo cómo me vaciaba. Ella no paró. Tragó todo, limpiándome con la lengua, chupando hasta que no pude más y me aparté, jadeando.
    
    Quedamos tirados, sudados, en silencio. El pitido de un móvil rompió el hechizo. Era su teléfono, vibrando en la mesilla."Miguel" (el marido, supuse) decía la pantalla. Ella lo miró con cara de pánico, luego a mí, luego al anillo de boda junto al móvil. Se levantó de un salto. "Tengo que contestar. Vístete. Por favor, vete ya". Su voz temblaba. Me vestí a toda prisa. Mientras bajaba las escaleras, la oí contestar con voz dulce, forzada: "Hola, cariño. Sí, todo bien… Solo estaba descansando…". La puerta se cerró tras de mí. El sol de Sevilla seguía pegando fuerte. Pero yo llevaba dentro un fuego distinto, mezclado con algo amargo. Sabía que era jodido. Sabía que era peligroso. Pero joder… qué bueno había estado. 
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