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La picazón oportuna
Fecha: 17/12/2025, Categorías: Hetero Autor: Vizconde, Fuente: CuentoRelatos
... te pica?” —me preguntó con picardía. Tomó mi erecta pija poniéndosela en su boca sin pausa. Comenzó a mimarla con tacto profesional, ahora con más dedicación que antes. La forma que tenía de hacerlo me excitó mucho más que las otras tantas veces en que alguna mujer hubiera estado jugando con mi sagrada porción de carne. El grado de excitación era superlativa. Lentamente succionó mi miembro hasta la mitad para empezar a chuparla. A esta altura mi pija estaba erecta a más no poder, lo que hizo que ella la disfrutara en toda su larga extensión. Por momentos sus ojos buscaban los míos y yo me calentaba cada vez más. Además, por otro lado, un nerviosismo adicional sobrevolaba el ambiente por el temor que teníamos ambos por si alguien entraba a interrumpirnos. Parecía gustarle mucho mi sabrosa pija, tanto que por momentos su mano que la sostenía me apretaba más de la debido, cosa que por un lado me lastimaba y por otro lado me calentaba mucho más. Le pedí que parara y que se levantara. Me acomodé un poco para tomar mi turno. Así como estaba, desabroché rápidamente los botones de su blanco uniforme, luego le saqué aún más a prisa su molesto buzo hasta que terminar de sacarle su corpiño negro. ...
... Mi lengua se lanzó a la búsqueda de sus excitados pechos, cuyos pezones firmes denunciaban su excitación. Acompañando a mis mimos linguales, las manos de la Dra. acariciaban mi cabeza muy lentamente. Le bajé la bombacha de un tirón, logrando calentarla mucho, mucho más. Calcé mi gran miembro en su húmeda cavidad. ¡Ay! ¡Cómo disfrutaba la doctora! A cada embestida estallaba en ahogados gemidos y yo me excitaba más y más. De alguna manera podía admirar y sentir los orgasmos que tenía por la manera en que se movía, y la saliva que segregaba y por cómo me clavaba sus punzantes uñas en mi piel. A todo esto, el sudor había invadido mi cuerpo, por todas partes y cuando pasaba por las zonas en las que tenía picazón, me irritaba mucho, pero con la excitación general que tenía esta irritación en vez de inquietarme añadía más calentura a la escena. Estaba a punto de acabar, entonces retiré mi tórrida pija de su vagina para acabar en su rostro. Había quedado empapada del sagrado líquido blanco, caliente y delicioso. Nos vestimos, me hizo la receta y dijo que me vería en veinte días, palabras acompañadas de un gesto cómplice. Extrañamente, al salir de allí, curiosamente mi picazón parecía no afectarme…