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En la plaza, con una vieja amiga
Fecha: 29/12/2025, Categorías: Erotismo y Amor Autor: inflame_blue, Fuente: CuentoRelatos
... no se había dado cuenta? ¿Cómo no había visto la forma en que ella lo miraba, la manera en que buscaba su atención? —No era que no me interesabas —confesó, su voz baja pero firme—. Era la edad. Pensaba que eras demasiado joven para mí. Julia sonrió, una sonrisa que era a la vez triste y desafiante. —Ahora ya no soy tan joven. Y tú ya no eres tan tímido, ¿o sí? La pregunta colgó en el aire, y él sintió cómo su corazón latía con fuerza. La miró, realmente la miró, y vio a la mujer en la que se había convertido. Su cuerpo curvilíneo, sus ojos brillantes, su sonrisa atrevida. Ya no era la chica de 17 años que él había subestimado. Era una mujer que sabía lo que quería, y en ese momento, él entendió que lo quería a él. Sin decir una palabra, se acercó a ella. Sus labios se encontraron en un beso que fue a la vez suave y urgente, como si estuvieran recuperando todo el tiempo perdido. Las manos de Julia se deslizaron por su espalda, mientras las suyas se posaban en sus caderas, sintiendo la calidez de su cuerpo a través de la ropa. El césped frío contrastaba con el calor que los invadía. Ella lo empujó suavemente, recostándolo y colocándose sobre él. Su altura diferenciaba sus cuerpos, pero en ese momento, todo encajaba perfectamente. Ella se desabrochó la camisa, revelando un escote generoso que él no pudo evitar admirar. —¿Te gusta lo que ves? —preguntó, su voz ronca y seductora. —Siempre me gustó ...
... —respondió él, sus manos subiendo por su cintura para atraparla contra él. Julia sonrió, satisfecha, y comenzó a besarlo de nuevo, sus labios explorando su cuello, su pecho. Él la ayudó a despojarse de la camisa, y luego de la suya propia, sintiendo el aire fresco en su piel. Sus manos recorrieron su cuerpo, adorando cada curva, cada pliegue. Ella era perfecta, y él no podía creer que la hubiera ignorado durante tanto tiempo. —Te extrañé —murmuró ella, sus labios rozando los suyos—. Te extrañé más de lo que puedes imaginar. Él la atrajo hacia sí, sus cuerpos entrelazados en un abrazo que era a la vez tierno y apasionado. El mundo a su alrededor desapareció, y solo quedaron ellos, bajo un cielo lleno de estrellas, recuperando el tiempo perdido en cada beso, en cada caricia. La noche avanzaba, y el frío se intensificaba, pero ninguno de los dos parecía notarlo. Estaban demasiado ocupados explorándose, descubriéndose, como si fuera la primera vez. Y de alguna manera, lo era. Porque ahora, ya no había barreras, no había miedos, solo el deseo y la conexión que habían estado ahí todo el tiempo, esperando el momento adecuado para florecer. Y así, tirados en el césped de la plaza, bajo la luz de la luna, se entregaron el uno al otro, dejando que el pasado se desvaneciera y que el futuro quedara en suspenso. Porque en ese momento, solo importaba el aquí y el ahora, y la promesa silenciosa de que, esta vez, no se dejarían ir.