1. El amor de mi esclava


    Fecha: 28/04/2018, Categorías: Dominación BDSM Autor: charlygaucho, Fuente: CuentoRelatos

    ... vergüenza, me inhibo… - Aprenderemos juntos, yo tampoco conozco todo, sólo permití que te enseñe, entregate y gozá… La besé nuevamente sobre los labios, me corrí a un costado, me acosté a su lado, pasé mi brazo izquierdo debajo de su cuello, la atraje hacia mí, apoyé su cabeza sobre su pecho y cuando estuve seguro que no me podía ver una diabólica sonrisa se dibujó en mi rostro. Nos dormimos. Ya era entrada la noche cuando los pinchazos del hambre que se expandían desde mi estómago me despertaron. Miré el reloj, las diez de la noche. Miré a Claudia que dormía plácidamente con su cabeza sobre mi pecho, no nos habíamos movido ni un milímetro. Besando su cabello la llamé susurrando su nombre. Levantó la cabeza y me dirigió una luminosa mirada. - No era un sueño, realmente pasó… exclamó. - Y vaya si pasó… respondí. - ¿Qué hora es? - Las diez de la noche. ¿Querés pasar la noche conmigo acá? Su incrédula mirada se posó en mis ojos como si me interrogase acerca de si era una broma o hablaba en serio. - ¿Puedo? Inquirió. La pregunta generó una sincera y alegre carcajada de parte mía. - Claro que podés. Quiero que te quedes. La decisión está en vos. Abrazándome fuertemente me respondió: - Claro que quiero. Claro que me quedo. Iría hasta el infierno con vos, mirá si no me voy a quedar… - ¿No tenés que avisarle a tu vieja? - Sí. Ahora la llamo. - El teléfono está allá, señalé con mi brazo extendido. Mientras hablás me doy una ducha, si querés después te bañas vos mientras veo que ...
    ... podemos comer. - Te comería a vos, si no fuese porque quiero que sigas vivo a mi lado… mientras hablaba se había incorporado y con todo el esplendor de la tierna belleza de su cuerpo de mujer satisfecha, se dirigió a la sala a tomar el teléfono. Fui a la ducha y me bañé. Mientras lo hacía acariciaba mi pija y mis huevos recordando los momentos pasados. “Ahora lo va a hacer ella, sus manos, su boca” me dije para mi mientras lo hacía. Cuando terminé me sequé, me puse la bata y me dirigí al salón, donde ella continuaba conversando por teléfono con su madre. Con una mano sostenía el tubo y con la otra, ayudada con un trozo de papel higiénico, intentaba contener el flujo de jugos y semen que surgía de su vagina y corría por las caras interiores de sus muslos. La situación me hizo gracia, por lo que esbocé una sonrisa e ingresé en la cocina comedor. Era hora de ver que comíamos. - Me voy a duchar, escuché desde lo lejos. - Bueno, contesté, mientras revisaba la heladera y las alacenas. El inicio del camino Recién terminábamos de comer y estaba en calzoncillos recogiendo los platos y demás utensilios utilizados cuando Claudia, que se había puesto una camisa mía que le llegaba a medio muslo, me dijo, “yo lavo, eso me toca a mí”. Terminé de juntar, dejé las cosas sobre la pileta de la cocina, me dirigí al salón, me senté en un sillón y la esperé, mientras recordaba con placer los instantes transcurridos e imaginaba con profundo goce los momentos por venir. Ya no había posibilidad de dudas o ...
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