El amor de mi esclava
Fecha: 28/04/2018,
Categorías:
Dominación
BDSM
Autor: charlygaucho, Fuente: CuentoRelatos
... vacilaciones. Había que empezar a recorrer el camino y eso es lo que haría. Cuando finalizó con las tareas de la cocina, fue hasta el sillón donde me encontraba y se sentó sobre mis muslos, apoyando la cabeza en mi pecho. La abracé y le revolví cariñosamente los cabellos. - ¿Querés ver una peli? Dos títulos rondaban en mi cabeza, “La Secretaria”, del año 2002, con Maggie Gyllenhaal y “La sumisión de Emma Marx”, del 2013, con Peny Pax. Esta última era mucho más directa y explícita que la primera, pero ambas coincidían en mostrar el camino que yo quería que ella siguiese. - Me encantaría. ¿Qué podemos ver? - Lo que quieras. ¿Qué te gustaría? - No sé. Elegí vos. Lo que te parezca. Mi elección fue “La Secretaria”, no había que asustarla con apresuramientos y con esta ya era suficiente. Estuvimos un largo rato acurrucados, apretados, mientras en el plasma transcurría el drama de la vida de Lee Holloway. Cuando comenzó la escena donde el abogado Grey le exige que se apoye sobre el escritorio para castigarla por sus errores en el trabajo sentí como se contraían sus músculos. Cada azote que caía sobre las nalgas de Lee era un sacudón para ella, que se expresaba en estremecimientos de su cuerpo. Cuando Lee se observa el estado en que quedó su pobre culo después del castigo recibido, su mirada se posó en la pantalla y pareció que su mente navegaba hacia otra dimensión. Cuando terminó la película le pregunté cómo estaba, si le había gustado. Me contestó que sí, que había sentido una ...
... extraña sensación que no podía descifrar en el momento del castigo, que era una sentimiento ambivalente de repulsión, por un lado, y de comprensión y goce por el otro. - ¿Por qué elegiste esa película? - Porqué me encanta… por cómo trabaja Maggie Gyllenhaal, porque trata una temática propia de las relaciones de pareja, porque la escena del castigo me conmueve y me excita… Hay un montón de razones… En suma, porque me dio ganas de que la veamos juntos… - ¿Me vas a castigar así si hago las cosas mal, si me equivoco o si me porto mal? Quise interpretar su mirada y su sonrisa. No logré hacerlo, no pude descifrar si era interés, inquietud o picardía. En el medio de una carcajada, le contesté. - ¿Por qué no? ¿Te parece mala idea? Sin dejarla contestar, comencé a besarla y a acariciarla. Mientras mi lengua intentaba llegar a lo más profundo de su garganta, mi mano avanzaba por debajo de la camisa ya desabrochada en busca de sus turgentes tetas, alcanzando una de ellas, acariciándola, abarcándola, exprimiéndola, dibujando con los dedos la imagen de la areola, tomando el pezón entre el pulgar y el índice y apretándolo con suavidad, mientras ella alzaba su cuerpo para intentar que nuestras bocas se fundiesen como nunca lo habían hecho anteriormente. Mientras, mi otra mano descendía por su espalda desde el cuello, rozando su columna, hasta alcanzar el inicio de la comisura de su culo, donde se detuvo, nuestras lenguas se enroscaban en un combate a muerte por la supremacía, por el poder, por ...