1. El amor de mi esclava


    Fecha: 28/04/2018, Categorías: Dominación BDSM Autor: charlygaucho, Fuente: CuentoRelatos

    ... suficiente, eso… el castigo fue el justo, adecuado y suficiente. - Ah, creí haber escuchado otra cosa. Claudia se reencaminó hacia la habitación. - ¡Alto soldada! ¿No le parece que falta algo? - ¿Faltar algo? ¿Qué falta? No creo que falte nada. - Soldada, me parece que usted no está muy bien educada. ¿No recuerda que en el Liceo le enseñaron que después de ser castigada debía agradecerle a su superior el que lo hubiese hecho, demostrando así su compromiso con su educación? ¡Sea educada y respetuosa, soldada, y agradezca como corresponde el castigo que se le impartió! - Sí… sí, señor… le agradezco… estoy muy agradecida… señor, yo quisiera darle… - Soldada, o agradece como corresponde o me voy a ver en la obligación de castigarla nuevamente hasta que proceda correcta y adecuadamente. - Sí, señor. Le estoy muy agradecida por educarme y guiarme en mi proceso de aprendizaje. Le agradezco que me haya castigado ya que eso me permite advertir mis errores y poder corregirlos. - Muy bien, soldada, siga su camino y diríjase hacia donde iba. - Sí, señor. Con todo gusto, señor. - Lo último, soldada, no se masajee el culo porque si se empalidece antes de tiempo, voy a tener que calentarlo de vuelta. - Sí, señor. Se encaminó hacia el dormitorio y no había dado más que un par de pasos, cuando ambos estallamos al unísono en una estruendosa carcajada mientras nos abrazábamos. Tanta gracia nos había causado la situación que unas pequeñas y escasas lágrimas surgieron de nuestros ojos ...
    ... resbalando sobre las mejillas. Abrazados y sonrientes llegamos al costado de la cama, la empujé levemente y la hice caer de espaldas sobre las sábanas. Me quité los calzoncillos y me arrojé sobre su cuerpo. Mis labios se apoyaron en los de ella, mi lengua perforó su boca y mis fauces se desplegaron sobre su rostro. Mi lengua humedeció lo que encontró a su paso, labios, rostro, orejas, cuello, todo fue delicadamente lamido. Mi saliva fue delineando el camino de nuestra mutua pasión. El cuello fue el puente que me unió a su cuerpo, ambos laterales fueron lengüeteados con suavidad y cariño, mientras mis manos avanzaban por los flancos de su pecho y mi rodilla giraba en pequeños círculos presionando su concha. Las acciones poseían el espléndido marco de sus quejidos, suspiros y un jadeo cada vez más profundo que inflaba su tórax y encendía mi fuego. Pero hoy, mi mejor arma inicial era mi boca. Mi lengua avanzó sobre sus senos y trazó círculos sobre sus areolas, mientras mis dedos acariciaban sus pezones que se habían transformado en pétreos tarugos que emergían de sus tetas como si quisiesen perforar el espacio. Mi lengua se dedicó a ellos. Claudia estaba concentrada en su propio placer y apoyaba sus palmas sobre mi cabello acompañando los movimientos de mi cabeza. Los jadeos eran cada vez más profundos e insistentes. Mis labios siguieron su derrotero descendiendo hacia el centro de todos los placeres. En el camino se detuvieron unos instantes para que mi lengua retozase en su ombligo, ...
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