El amor de mi esclava
Fecha: 28/04/2018,
Categorías:
Dominación
BDSM
Autor: charlygaucho, Fuente: CuentoRelatos
... observé como sobresalía de su cuerpo una de las tetas, tomé su pezón entre mi índice y mi pulgar y lo apreté fuertemente, retorciéndolo. Un bramido surgió de su garganta mientras levantaba velozmente su cara para mirarme con una mirada interrogativa. - Te dije que me obedezcas. No me gusta que mi mina no haga lo que le digo. Fui muy claro cuando te dije desde donde me tenías que chupar. Fuiste para donde yo te dije pero te arrepentiste y empezaste mucho más arriba. ¡Empezá desde donde te dije! - No puedo… por favor… no puedo… - Sí que podés y lo vas a hacer. Tenés que irte acostumbrando a ser dulce, sumisa y obediente. Así te quiero. No me gustan las hembras rebeldes que hacen lo que les parece. La agarré del cabello y atraje su cabeza hacia mí, mirándola desafiantemente. Era un reto a su orgullo. Ella supo que era ella o yo. Que era su orgullo o su humillación. Ella debía elegir. Y eligió. Tirando de su pelo fui guiando su cabeza al lugar indicado. Logré que sus labios se apoyasen en ese pequeño surco de carne que separaba la hendidura de la bolsa y cuando estuvo allí le apreté fuertemente la testa contra mi entrepierna obligándola a que impactase su boca y su rostro contra la misma. - Besame ahí. Besame, chúpame y empezá a lamerme como te ordené. Me besó, sacó su lengua y comenzó a deslizarla por mi ingle hasta el nacimiento de mi pija. Cuando llegó volvió a bajar y repitió el movimiento por el otro lado. - Ahora desde más abajo, le dije empujando su cabeza hacia la zanja ...
... del culo, mientras abría las piernas y levantaba las rodillas. Claudia hizo lo que se le ordenaba, sin rebeldías, sin protestas, chupó toda la superficie de mis huevos. Cada vez que reiniciaba el movimiento desde abajo, le hacía descender un poco más la cabeza, de manera que sus labios partiesen cada vez más cerca del agujero de mi culo. A la cuarta vez, aterrizaron directamente sobre el esfínter. Lo abrí y le ordené que lo chupase. Dudó un instante, pero de inmediato se arrojó sobre el anillo comenzando a devorarlo, a lamerlo y a chuparlo con desesperación en una evidente lucha interna entre la obediencia y el asco, entre su sometimiento y su vergüenza. Gané yo y su lengua se apoderó frenéticamente de mi ano. - Endurecé la lengua, sacala que yo voy a dilatar el agujero y entonces lo penetrás. Metela tan adentro como puedas. Quiero sentir tu lengua hasta el fondo. Así lo hizo, sin dudas ni objeciones. Cuando sintió que el orificio se abría tomó mis grupas en sus manos, apoyó fuertemente su boca en el agujero de mi culo y penetró apasionadamente mi ano con su lengua húmeda y enfebrecida. - Lameme toda la zanja. Subí y baja. De una punta a la otra. Siguió mis indicaciones al pie de la letra. Separó mis medias lunas con sus manos. Apoyó el tronco de su lengua en el inicio del surco y lo lameteó reiteradamente de punta a punta. Cuando me sentí satisfecho, le tomé la cabeza con las manos, la hice subir, baje las piernas y cuando tuve sus ojos a la altura de los míos le sonreí. - Te ...