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El amor de mi esclava
Fecha: 28/04/2018, Categorías: Dominación BDSM Autor: charlygaucho, Fuente: CuentoRelatos
... metiese. Me acosté sobre ella, nos besamos intensamente, ella acarició mi cabello, apunté y se la clavé de un solo envión haciendo que la cabeza se estrellase contra el cuello de su matriz. Mi pija navegaba con suma comodidad dentro del tubo de Claudia que estaba totalmente saturado con su lubricación natural. En medio del frenético mete - saca sentí la necesidad de completar la penetración con otro estímulo que me llevase más cerca del paraíso orgásmico. Nuestras humanidades estaban coitando más allá de la razón, sumergidas en la furiosa locura de nuestra cópula animal. Percibí que la extrema elevación de las piernas de Claudia me permitía el libre acceso a sus dos agujeros inferiores. Sin dudarlo, interrumpí el beso, sumergí el índice derecho en mi boca, lo salivé escrupulosa e intensamente y cuando estuvo totalmente pringado de mi emulsión bucal lo extraje y lo llevé rápidamente a su acceso posterior, perforando la cerrazón anal con una intromisión directa que habilitó sin más trámite el ingreso de mi dedo a su conducto intestinal. Un leve estremecimiento en el cuerpo de Claudia me reveló que había percibido la invasión realizada. No hubo protestas. No podía haberlas. Comencé a girar el dedo para afianzar la dilatación del esfínter. Perforé con contundencia la defensa de ese túnel hasta que terminé de derrumbar su resistencia instintiva. Debido a la dilatación que producía mi pija en la vagina, el estiramiento suplementario que el dedo producía no era gratis para Claudia, ...
... que esta experimentando por primera vez conmigo la dolorosa sensación de tener sus dos agujeros ocupados al mismo tiempo. Hubiera sido preferible hacerla sentir una doble penetración en toda regla, pero no tenía otra pija para ofrecerle. Sin embargo, si este intento resultaba ya encontraría un adecuado sustituto. Cuando ya mi índice había entrado hasta su coyuntura con la palma de la mano, girando como si fuese un trépano humano, lo retiré hasta que salió de su hábitat. En la puerta de ese culo que el destino me había regalado arrimé el mayor al anular saliente y juntos los apunté al estrecho hoyo recién abandonado, de manera que ingresaron antes que el músculo pudiera retraerse. El ingreso de ambos dedos no fue inadvertido por mi hembra con se contrajo involuntariamente frente al ataque impiadoso que estaba sufriendo. Tampoco hubo protestas. Tampoco podía haberlas. Cuando ambos dedos habían entrado totalmente en el ceñido caño, comencé a rotarlos afianzando el avance progresivo realizado. Con ambos apéndices insertados en lo más recóndito de su canal procedí a arquearlos hacia delante de manera que tocaran con la cara anterior del glande que circulaba vertiginosamente por el otro tubo. La delgadez de las membranas internas del cuerpo femenino hizo que el contacto se sintiese como una caricia directa sobre el pene copulante. Empecé a jugar con mis dedos sobre la cabeza profundizando la caricia lo que me acercó aún más al paraíso orgásmico que buscaba. Evidentemente la doble ...