Bailando en la noche
Fecha: 01/05/2018,
Categorías:
Voyerismo
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
En la actualidad tengo 30 años, casada desde hace 5 años con un importante profesional de nuestra ciudad. El éxito laboral de Luis nos ha posibilitado tener una expectante posición económica lo que le permite satisfacer plenamente todas mis necesidades y caprichos, pero del mismo modo nos impide llevar una vida normal y feliz ya que mi esposo dedica todo su esfuerzo y tiempo a su trabajo descuidando casi irresponsablemente nuestra relación. Físicamente se puede decir que soy una hermosa mujer. 1,55 de altura y como toda mujer de baja estatura la abundancia se manifiesta en otras zonas de mi cuerpo. Mis pechos redondos son grandes y erguidos. Mis piernas gruesas están bien torneadas y un gran trasero completamente levantado hacen que mi figura resalte causando más de una maliciosa mirada. Mi vida sexual, a pesar de estar siempre deseosa y dispuesta es completamente irregular y pese a que me mantengo permanentemente en un estado de excitación de la cual Luis es incapaz de satisfacer, no tenía ni la valentía ni el coraje de engañarlo. Debo de reconocer que temía la reacción de mi marido si me hubiese sorprendido. Sólo una vez se tocó el tema, siendo notificada que ante una situación de infidelidad no cabría más que la separación y no estaba dispuesta a volver a vivir en la pobreza, casi marginal, de la que Luis me rescató con nuestro matrimonio. Mi pasatiempo favorito es la danza aeróbica. Fue en una de estas sesiones en la que mi vida cambió radicalmente. Todo comenzó cuando ...
... conocí a Mónica, una bella y esbelta mujer quien por la calidad de su vestimenta y el hermoso deportivo que conducía se podía concluir que tenía un buen pasar económico. Poco a poco se fue ganando mi confianza y descubriendo las contradicciones y necesidades de mi vida. Una tarde, luego de muchas conversaciones, me manifestó que estaba dispuesta a ayudarme siempre que no me negara a ninguno de sus requerimientos. Sin duda, la invitación era atractiva y más aún cuando Mónica me aseguró la absoluta reserva de la situación. Mis permanentes temores retardaron en algunos días la aceptación de su proposición. Un viernes por la noche apareció por mi departamento; sabía que ese fin de semana estaría completamente sola. Ambas vestíamos sendas minifaldas completamente ajustadas a nuestros cuerpos. Nos sentamos en el líving a beber unos tragos y mientras conversábamos, Mónica comenzó sutilmente a acariciar mis manos. Luego de un agradable momento, aprovechando que la música inundaba tenuemente la habitación, me tomó en sus brazos y comenzamos a bailar.. A pesar de lo anormal de la situación, la curiosidad, la elegancia y la sutileza de Mónica para transportarme a esa nueva realidad me hicieron aceptar cada una de sus proposiciones. Mientras bailábamos apretadamente mi amiga comenzó a acariciar suavemente mi cuerpo. Sus manos eran divinas y sabían exactamente buscar el lugar preciso para darme más placer. Mientras sus manos seguían moviéndose, con plena libertad, sus labios se comenzaron a ...