1. Madres sacrificadas 1: Cecilia paga por los pecados del hijo


    Fecha: 02/05/2018, Categorías: Incesto No Consentido Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos

    ... un ruido insoportable a medida que avanzaba el segundero. En un momento se sinceró consigo misma y se dijo que lo mirase por donde lo mirase, la decisión a tomar sólo podía ser una: iba hacer cualquier cosa para proteger a su hijo. Esa franqueza la liberó de su tormento y finalmente pudo conciliar el sueño. Se despertó recién a las diez, porque como se había dormido tarde no pudo hacerlo antes. Se sobresaltó creyendo que quizá ya le habían mandado el mensaje con la dirección de la cita, pero para su alivio se había equivocado. Se dio un baño, se enjabonó en cada rincón de su cuerpo, usó el bidet por varios minutos, se perfumó. Se sintió ridícula cuando se percató de que se estaba preparando para tener sexo con unos chantajeadores, así que eligió una ropa común y corriente para vestirse: una camisa a cuadros y un pantalón de jean. Pero sabía que aun así se veía sexy. Resultaba muy difícil esconder su trasero parado usase el pantalón que usase, y su cara era hermosa con maquillaje o no. Siempre se sintió orgullosa de su belleza, era el arma con la que enfrentaba la vida. A sus treinta y seis años atraía la mirada de hombres de todas las edades. Y ahora usaría ese cuerpo que tanta admiración despertaba en los demás y en ella misma, para salvar a su hijo. Recién a las tres de la tarde recibió el mensaje con la dirección. “ok voy a ir, pero sólo esta vez, no quiero que me molesten más después de esto”, contestó. “jajajajaja, usted no pone las condiciones Cecilia”. Esa respuesta ...
    ... fue un golpe bajo para ella. ¿Hasta cuándo tenía que soportar a esos extorsionadores? Buscó la dirección en el GPS y descubrió que tal como le habían dicho, el lugar del encuentro era muy lejano, pero con el auto podría llegar en una hora y media. Durante todo el trayecto el corazón le latía frenéticamente. Se sorprendió de sí misma por no sentirse tan indignada como suponía que debería estarlo, más bien estaba ansiosa por saber cómo pensaban poseerla. Creía que si no se ponían violentos y no eran tipos demasiado repulsivos la experiencia no sería tan traumática. Este tipo de cavilaciones se alternaban con una fuerte auto recriminación “no puedo ser tan puta”, se insultaba. Pero luego se justificaba diciéndose que ante una situación inevitable lo mejor era enfrentarla de la manera menos dramática posible. Luego pensó que hace mucho no estaba con un hombre que no fuese su marido. Si bien durante su noviazgo ambos tuvieron aventuras, desde que se casaron hace dieciséis años Cecilia fue absolutamente fiel. La idea de estar con otros hombres le generó calor en la entrepierna, y luego le vino otro ataque de autocensura, y así transitó su viaje hasta que finalmente llegó. Era un barrio bastante diferente a donde vivía, tan diferente como los son el conurbano bonaerense de la ciudad de Buenos Aires. Pero no se quiso detener a observar las calles de tierra y los perros callejeros vagando con la misma libertad que las personas. Llegó a una casa grande, bastante lujosa para lo que era el ...
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