Poda 10
Fecha: 08/05/2018,
Categorías:
Hetero
Autor: renegadomonti, Fuente: SexoSinTabues
... correspondiente a mi enfurecida verga. Nuevo impulso. Más adentro. No mucho, pero algo. Otro quejido de Pao. El desvirgamiento de Pao se había transformado en una encarnizada lucha entre su pequeña conchita y mi muy desarrollada pija. Otro empujón, y sentí que había llegado hasta su himen, ya que ahí Pao emitió un fuerte quejido y me pidió que parara porque le dolía mucho. Por supuesto que me detuve un momento, pero no era por el pedido de Pao, sino que yo necesitaba tomar un respiro para acumular fuerzas para la acometida final. Le pregunté a Pao si le dolía mucho y si quería que se la sacara. No me respondió con palabras, lo hizo con un gesto negativo de su cabeza. ---¿No te duele o no querés que te la saque?, volví a preguntarle. No me respondió pero vi que por su mejilla se deslizaba hacia su cuello una lágrima. Me apresté a continuar con mi demoledora tarea, entonces con voz temblorosa Pao me dijo: ----¡Ay Boni, por favor, por favor, me duele mucho! Este pedido y por la forma en que me lo formuló, casi me hace desistir de mi intención de clavarla hasta lo más hondo. Pero mi calentura era muy grande como para que pensara en dejar mi deseo insatisfecho. Le pedí a Lara que retirara su mano, me acomodé mejor, más afirmados mis pies en el colchón, bien firmes mis manos a los costados del cuerpito de Pao. Aspiré profundamente y me apresté a dar el impulso final que terminara con la virginidad de esta nena que tan tenazmente se oponía a mis intenciones. Ella percibió, adivinó ...
... el empuje final y sus consecuencias. Cerró fuertemente sus ojos, abrió su boquita para aspirar una gran bocanada de aire, se asió fuertemente a mis brazos y se entregó al embate que le iba a propinar este hombre inmenso que se encontraba sobre ella, entre sus cortas y delgadas piernitas, con un pedazo de su gran verga incrustada en su pequeña y virginal conchita. Empujé con fuerza el émbolo hacia adelante, tratando de vencer toda resistencia que se opusiera a mi intención de desvirgar a Pao. Pao, una nena de tan solo 8 añitos se encontraba debajo de mí. Una nena de cuerpo pequeño acorde con la edad. Delgadita. Frágil. Indefensa. Presa de la furia sexual de un hombre de casi dos metros de altura, con una verga de 20 cms de largo y 6 de ancho, con un glande inmenso, gordo, de cuya “boquita” brotaba constantemente un jugo que le empapaba su pequeño y prieto conejito. Ella era la víctima propicia para el sacrificio, y se ofrecía gustosa aunque temerosa porque también estaba prisionera de sensaciones jamás experimentadas. Quería que esa pija dura y gorda entrara en su cuerpo. Quería saber que se sentiría al tenerla en su estuche de amor y percibir su calor y grosor. Temía al dolor, al sufrimiento que seguramente la acometería, pero su curiosidad y deseo era superior a cualquier otro sentimiento. Acometí con fuerza y de una manera continua. Sentí la resistencia que oponía su himen. Pero este era una débil barrera incapaz de detener el avance del fuerte ariete, y como no podía ser de ...