Laura, la pijita
Fecha: 24/09/2017,
Categorías:
Hetero
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
Laura, la pija No fue hasta el tercer o el cuarto día de clases cuando Laura se incorporó al curso. Hace ya cuatro años que terminé la carrera de Arquitectura en la Complutense de Madrid, y aquel quinto curso suponía ya el comienzo de la recta final de mis estudios. La incorporación de Laura supuso una pequeña revolución entre el sector masculino de la clase. Para entonces, lo avanzado de la carrera había provocado que la clase estuviese ya reducida a poco más de dos docenas de estudiantes, que por haber coincidido desde los primeros años de carrera, nos conocíamos bastante bien. Laura procedía de la Universidad de Sevilla, pero un traslado de su padre a Madrid le había obligado a cambiarse a la Complutense con el nuevo curso, tal y como supe posteriormente. De Laura, que por aquel entonces lucía 24 primaveras, se puede decir que estaba buena, una rubia con un buen par de tetas, resumiendo mucho. No es que tuviese el cuerpo de Claudia Schiffer, pero destacaba ampliamente sobre la media a la que uno suele estar acostumbrado. Para hacer honor a la verdad, había dos rasgos de su anatomía que sobresalían especialmente; uno era su trasero, uno de esos culos apretados y algo respingones que bajo unos vaqueros ajustados asemejan la forma de un corazón invertido; y por otro lado destacaba su carita limpia, juvenil y resplandeciente, enmarcada por unos grandes ojos de un azul intenso y unos labios gruesos y sonrosados que invitaban al beso. Ya que estamos, y por comentar algo de sus ...
... tetas, diré que a priori no eran demasiado grandes, aunque tampoco pecaban de escasez. Por encima de la ropa se marcaban redondas, duritas y alzadas, aunque esto tampoco quería decir gran cosa, ya que hasta que no se ven libres de sujetador, no es posible juzgar unos pechos con justicia. Un leve acento andaluz, y una voz sedosa y sensual completaban la belleza de Laura. De todos modos no tardamos demasiado en dejar de prestarle atención, pues resultó ser una típica pija sevillana, soberbia y engreída. Se comportaba como una diva, fría y distante, y caminaba por la vida portando ese engreimiento de mírame y no me toques. Tardó bastantes semanas en comenzar a relacionarse con el resto de la clase. Creo que de los chicos pensaba que el único interés que podíamos tener en ella era llevárnosla a la cama (lo que no dejaba de ser verdad en cierta medida), aunque no por eso dejaba de insinuarse con su casi siempre ajustado vestuario y con un movimiento de caderas al andar que hacía babear a todo miembro masculino de la facultad que se paraba a seguir los sinuosos movimientos de su trasero. Con las chicas tampoco acababa de cuajar mucho, debido sobre todo a su altanería, y por qué no decirlo, a la envidia que suscitaba en la mayoría de ellas. Finalmente acabó cuajando cierta amistad con Isabel y Merche, dos compañeras de clase, aunque ni siquiera con ellas se sinceraba en exceso. Entre los miembros de nuestra clase estaban cuajados dos o tres grupillos. Yo solía salir con un grupo que ...