1. Laura, la pijita


    Fecha: 24/09/2017, Categorías: Hetero Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... labios sobre los suyos. Laura respondió a mi beso abriendo la boca y enlazando su lengua con la mía, que inmediatamente se pusieron a jugar en un frenético beso. Laura pasó un brazos por detrás de mi hombro, cogiéndome por la nuca y apretando aún más mi cara contra la suya. Su otra mano se deslizó bajo la manga de mi camiseta para acariciarme el bíceps, en tanto que yo amasaba su trasero perfecto y apretaba mi paquete contra su vientre. Mis manos se deslizaron por debajo de su falda, y descubrí que no llevaba pantis, sino medias, por lo que su culito sólo estaba separado de mis caricias por unas pequeñas bragas que apenas cubrían sus magníficos cachetes. Permanecimos besándonos ardorosamente durante largo rato. Mi pierna derecha se coló entre las suyas, para notar de inmediato el calor de su sexo sobre mi muslo. Antes de un minuto, el coño de Laura se restregaba en mi pantalón como si fuera una perra en celo. "Joder, con la estirada", pensé para mí, "está más caliente que una hoguera". Mis padres tenían un chalet en Torrelodones, un pueblo de la sierra, y yo había tenido la precaución de echar las llaves en el coche, "por lo que pudiera pasar". Así que separando brevemente los labios de la ávida boca de mi compañera, le propuse subir hasta Torrelodones. "Tengo una casa allí, si quieres, podemos subir". "Vamos", me contestó, "espero que seas un buen anfitrión". "No temas por eso, sabré tratarte como mereces". Durante los veinte minutos que duró el trayecto hasta Torrelodones, ...
    ... los labios de Laura apenas se separaron de mi cuello y mi oreja, mientras que su mano derecha se afanó en sobar sin compasión mi polla endurecida. Mi padre solía dejar la chimenea preparada, por lo que no tuve más que encender el fuego para tener una buena fogata en pocos minutos. Afortunadamente, el jardinero solía encender la calefacción un rato todas las tardes, por lo que la casa no estaba demasiado fría. Me quité la chaqueta, preparé un par de copas, puse un poco de música, y me senté sobre el sofá a esperar a Laura, que había pasado al baño. Cuando Laura salió del baño, se plantó ante mí, y sin mediar palabra, tomó la copa, le dio un par de sorbos, la dejó sobre la mesa y comenzó a menear sus caderas, en un baile que era ya sólo para mí. Se había quitado las botas, y sus piernas ya sólo quedaban cubiertas por las medias. Su culo se mecía suavemente ante mis deleitados ojos, mientras se quitaba la chaqueta. Al girarse, pude notar que ya no había sujetador bajo su camisa, quedando la redondez de sus tetas enmarcada por la leve tela de su camisa. Tal y como había intuido, aunque su tamaño no era excesivo, sus formas eran impecables. Los pechos de Laura se veían redonditos, duros e izados hacia el cielo. El frío y la excitación habían endurecido sus pequeños pezones, que asomando hacia arriba, se perfilaban voluptuosos bajo la tela. Levantándome, tomé a Laura y me fundí con ella en un breve, pero apasionado beso. Inmediatamente la hice girar, tomándola por la cintura apreté ...
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